El autor del Quijote estaba emparentado con un espía británico al servicio de la corona española y con unos plateros de origen inglés, según el historiador sevillano
El hallazgo de un acta notarial firmada por Miguel de Cervantes Saavedra con su puño y letra en Utrera el 30 de marzo de 1593 levantó la liebre. El historiador Julio Mayo encontró el documento en los Protocolos Notariales del Archivo Histórico Provincial de Sevilla. El manco de Lepanto, entonces comisario real de Felipe II y encargado de aprovisionar a los barcos de la Armada que escoltaban a los mercantes españoles en la Carrera de Indias, apoderaba en este escrito al arriero Juan de Balbuena para recoger y acarrear cebada y trigo de la zona hasta los puertos gaditanos.
El 28 de noviembre de aquel mismo año, ante el retraso de 296 de las 500 fanegas de trigo comprometidas, de nuevo un comisario real se presentó en Utrera a reclamarlas, pero no fue don Miguel, sino «un tal Juan Titón de Cervantes», según comprobó con sorpresa Mayo.
«En un principio llegamos a pensar que, dada las habilidades picarescas del escritor, podría haber mandado en su nombre a otra persona con el fin de que pudiese hacer sus veces, por la dificultad de tener que acudir a reclutar cereales a tantos pueblos» y que el cambio de nombre «hubiese sido un error del secretario del ayuntamiento», pero este archivero municipal de Los Palacios averiguó que el susodicho Juan no sólo existió sino que compartió oficio con Cervantes en las mismas fechas, así como jefe (don Cristóbal de Barros), zona de actuación... y hasta apellido. ¿Casualidad?
«Es familia seguro», afirma con contundencia Mayo al constatar tantos puntos en común. El historiador sevillano indica además que el apellido Cervantes «era bastante peculiar y singular» en Sevilla y recuerda que el cronista del siglo XVII Rodrigo «Méndez Silva ya refiere que tenía familiares aquí».
Si como sostiene Mayo ambos eran parientes, Miguel de Cervantes «tenía familia de origen inglés» ya que Juan Titón era hijo de Hugo Titón de Cervantes, «un espía católico al servicio de la corona española, asentado aquí en la península, que viajaba con frecuencia a Inglaterra en aquellos años de conflictos entre españoles e ingleses». Así lo señala A. J. Loomie en su estudio sobre el cónsul inglés de Andalucía Thomas James.
Titón de Cervantes
Titón de Cervantes- JULIO MAYO
Hugo Titón formaba parte de la colonia de mercaderes de la ciudad de Bristol que se habían establecido en Sanlúcar de Barrameda por iniciativa de la Brotherhood of St. George (la hermandad de San Jorge) fundada en 1517 con autorización del duque de Medina Sidonia. Su antepasado sería John Tintam, quien capitaneó una de las expediciones ordenadas por don Enrique de Guzmán en 1482 en la costa de Guinea contra los intereses portugueses en el comercio de esclavos y piedras preciosas. «El apellido inglés Tintam acabó castellanizándose como Titón», sospecha Mayo, que ha encontrado en el Archivo General de Simancas y en el Archivo de Indias más datos sobre Juan Titón de Cervantes y más coincidencias, como que «también estuvo cautivo en Argel como Cervantes».
El propio Juan Titón declaró en una petición administrativa datada el 6 de julio de 1589 que tenía 33 años, era hijo de Hugo, que murió a los 80 años en Sanlúcar tras haber vivido 60 años en España. Juan ofrece en ese documento multitud de detalles sobre las costas inglesas y señala que como su padre, pertenece a la Inquisición (Archivo General de Simancas, E 2851).
El apellido Titón aparece relacionado con una obra cervantina, «La española inglesa», sembrada de recuerdos autobiográficos como señaló en 1900 Norberto González Aurioles. En el convento de Santa Paula de Sevilla, donde se desarrolla esta historia, fue abadesa en 1590 doña Juana de Cervantes Saavedra, familiar carnal del literato, y frente al mismo vivía el matrimonio formado por María Titón y Francisco de Cifuentes. «Difícil es averiguar qué género de relaciones pudo tener Cervantes con Francisco de Cifuentes, pero tengo por indudable que tales relaciones existieron», señaló en su día González Aurioles al comprobar que llevaba el mismo apellido que uno de los personajes de «La española inglesa». La clave, revela Mayo, está en su esposa María Titón, de quien sería pariente.
Herver de Cervantes
Una hija de este matrimonio, Ana de Santo Domingo, ingresó en este convento, al igual que la hija de Juan de Herver de Cervantes e Isabel de Salamanca en 1577. González Aurioles sospechó a finales del XIX del posible parentesco de este Juan de Herver con el célebre escritor. «Hoy sabemos que Herver, de Hervert, es un apellido de origen inglés», explica Julio Mayo.
Según cuenta el erudito José Gestoso y Pérez en su diccionario, los Herver eran plateros y habían llegado procedentes de Córdoba, la ciudad donde el licenciado Juan de Cervantes, abuelo de don Miguel, tuvo cargos oficiales durante varios años. «Todos estos datos demuestran que los Cervantes estaban emparentados con extranjeros y que el autor del Quijote tenía parientes en Sevilla», afirma el historiador.
Así se explica, a su juicio, el conocimiento de Cervantes de la corte inglesa o cómo pudo describir la capacidad portuaria de Londres. «Si no estuvo en Inglaterra, que no está probado, sí fue conocedor de multitud de detalles que podrían haberle proporcionado sus familiares» y que el propio Cervantes podría haber completado consultando las obras de literatura inglesa de la biblioteca de los jesuitas.
Sus lazos familiares también explicarían cómo Cervantes, «un hombre católico del Imperio de Felipe II, nunca rezuma animadversión hacia los ingleses».
«Hay una clara conexión familiar, un claro vínculo con Inglaterra», resalta Mayo, para quien estos aspectos hasta ahora desconocidos de su biografía «son aportaciones que repercuten en su obra completa».
«Hay que tener en cuenta este nuevo aspecto biográfico documentado de su vida», dice convencido de que «estamos más cerca de entender, a través de Sevilla, las conexiones de Cervantes con su familia de origen inglés y la Inglaterra de Shakespeare».
Julio Mayo desconoce si alguna obra de William Shakespeare llegó a manos del príncipe de los ingenios españoles, pero se muestra convencido de que el inglés «sí tuvo que leer a Cervantes» habida cuenta de las similitudes que encuentra en «Cimbelino», una de sus últimas obras de teatro, con la historia de «El curioso impertinente», o los pasajes de «Cardenio» que recuerdan al Quijote. La conexión que existía entre los puertos de Londres y Sevilla habría llevado la obra cervantina hasta Inglaterra y la acogida debió de ser notable, a juicio del historiador, porque «en 1616 ya se traduce "El Quijote"al inglés».
Fuente: ABC