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La visión del teatro romano de Mérida siempre impresiona y todavía más cuando su escenario se ilumina con una potente luz que subraya los contornos de sus históricas piedras. Es de noche, el cielo está estrellado y la luna creciente. El conjunto resulta hipnótico. Del escenario emergen la gran Cleopatra y su amado Julio César. Llevan dos siglos sin verse. El paso del tiempo no ha mermado ni un ápice la inteligencia, capacidad de seducción, dotes amatorias y acidez verbal de ambos. Ahí siguen. Inalterables. Una brillante Ángela Molina, con los pies descalzos, reivindica con sólidos argumentos su papel de reina de Egipto. A su lado, César (Emilio Gutiérrez Caba), en su edad madura y en un plano eterno. Estamos en 2015. Ya no hay papiros para leer, ahora Cleopatra pasa la mano por lo que parece una tableta, o lo que podría ser plancha metálica llena de letras, como ya anticipaba Ray Bradbury en 1954 en uno de los cuentos de Crónicas marcianas. En este libro ya se utilizaba para leer lo que hoy es una tableta digital. El tiempo... ¿Cuándo es pasado, presente o futuro? Emilio Hernández firma esta ucronía, uno de los platos fuertes del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Se estrenó el miércoles y se representará hasta el domingo en ese majestuoso escenario. Los protagonistas se muestran en dos dimensiones diferentes: Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba interpretan a César y Cleopatra en la madurez; Lucía Jiménez y Marcial Álvarez ofrecen la imagen de unos mandatarios de radiante juventud. El texto está cargado de humor, diálogos e interesantes discusiones entre las parejas sobre lo que hicieron y podían haber hecho a lo largo de su existencia. ¿Qué alianzas hubieran evitado tanto derramamiento de sangre? El pasado nunca se puede cambiar y la historia no ha permitido enmendar los brutales errores cometidos por el ser humano a lo largo de su existencia. Ángela Molina y Emilio Gutiérrez Caba comparecen ante el público desde la eternidad para ironizar, recordar y debatir sobre lo que vivieron y lo que han visto suceder en el mundo desde aquel lejano día de su muerte. Lucía Jiménez, la coqueta e inteligente Cleopatra, no puede evitar utilizar sus delicadas al tiempo que audaces tácticas de seducción para dejar eclipsado a Marcial Álvarez, el romano César al que las ansias de poder le impidieron interpretar sus premonitorios sueños. No iba a tener una vida demasiado larga ni llegó a presagiar que la muerte le llegaría de manos de su propio hijo, Bruto, quien le asestó la puñalada definitiva, según cuenta la historia. Una reciente investigación sobre el asesinato de Julio César, no obstante, revela un nuevo personaje clave en el magnicidio de los idus de marzo, Décimo. Pero esa es otra historia. La obra pretende descubrir al espectador aspectos desconocidos de la fuerte y controvertida relación de poder y seducción que mantuvieron César y Cleopatra. Los cuatro actores, con sus dobles personajes, entran en un combate dialéctico sobre cuestiones trascendentes, sobre dudas existenciales, servidas en ocasiones con dosis de ironía que se agradecen. El discurso de los protagonistas en un vaivén de pasado y presente sobre el poder, la forma de alcanzarlo y mantenerlo bien podría aplicarse a la geopolítica actual sin que nada chirríe.
Inteligente y culta
Lucía Jiménez, la novata De los actores, solo Lucía Jiménez se ha estrena en el Festival de Mérida; Ángela Molina lo hizo con Troya, siglo XXI, en 2002. Emilio Gutiérrez Caba actuó en Mérida en 2004 con Orestiada y al año siguiente repitió con A Electra le sienta bien el luto. También ha participado varias veces en este certamen Marcial Álvarez, la última el año pasado formando parte del reparto de Pluto, dirigida por Magüi Mira. Los eternos amantes han visto pasar muchos siglos desde la muerte de ambos y muchas guerras que aniquilan pueblos enteros, destruyen ciudades y arrasan culturas. La perspectiva que les ofrece el paso del tiempo les lleva a sostener que el ser humano siempre está en el punto de partida, una y otra vez. Una civilización destroza los vestigios de la siguiente. 300 años se tardaron en crear la famosa biblioteca de Alejandría. ¿Dónde está hoy? Arrasada, afirma Cleopatra. Bajo las espectaculares columnas del teatro romano de Mérida, Cleopatra se presenta como una mujer inteligente y culta, tenaz defensora de la política, superviviente nata, de físico nada desdeñable y, pese a su fama de seductora, tan solo amó a dos hombres en su vida, Julio César y Marco Antonio. El perfil que se ofrece en esta obra es el de una mujer bien distinta de la que reflejan la mayoría de los libros. Cleopatra ha sido víctima tradicionalmente de la misoginia, la gran mayoría de textos de historia han sido escritos por hombres y sus adversarios políticos se cuidaron mucho de crear una leyenda en la que saliese mal parada, como se insinúa en la obra. La iconografía pictórica, las obras de teatro y las películas dibujan una Cleopatra que murió a causa de la mordedura de una serpiente. No parece muy propio de ella morir así, sino más bien que ingiriera algún veneno que provocase una muerte rápida y no destrozase su cuerpo. Lucía Jiménez representa la belleza de esa mujer en todo su esplendor, capaz de seducir no solo con su cuerpo sino más bien con su palabra a Marcial Álvarez, un César joven que lo quería todo y acabó doblegado por las artes amatorias de la reina de Egipto. La actriz llena de frescura el escenario, irradia sensualidad. Su voz cantando una versión contemporánea del estribillo del aria Se pieta di me non senti de la ópera Julio César, de Haendel, sorprendió y entusiasmo al público de Mérida. Una canción que en los primeros instantes de la obra Angela Molina interpreta con su peculiar voz. Fueron los primeros aplausos de la noche de un público que acabó despidiendo en pie a los actores. Los discursos de Ángela Molina en favor de la paz, el diálogo y la tolerancia se alternan con los de Lucía Jiménez, que se muestra como gran estadista aunque al final de sus días se vea incapaz de cumplir el sueño, dominar Oriente. La eterna Cleopatra consuela a la joven diciéndole que va a ser ejemplo de dignidad y orgullo para las mujeres que poblarán el planeta. “Es cierto que algunos van a ser muy crueles contigo, pero no te preocupes, la verdad es una reina que siempre prevalece por encima de los poderosos de los reyes de la mentira”, sentencia la reina madura. Sobre la noche quedó suspendida una duda: ¿Qué es más fuerte la erótica del poder o el poder de la erótica? Fuente: El País

Arqueólogos y conservadores en Israel han logrado descifrar gracias a sofisticadas tecnologías el contenido de un pergamino enrollado y quemado de unos 1.500 años, que contenía una vieja copia del Libro del Levítico. El pergamino fue localizado hace 45 años en excavaciones en la margen occidental del Mar Muerto y, según la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), se trata del hallazgo más antiguo de su tipo desde el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto. De pequeñas dimensiones y prácticamente carbonizado, fue localizado en el interior de un arca sagrada de la antigua sinagoga de Ein Guedi, un asentamiento israelita que estuvo en pie los primeros siglos de nuestra era, y para sorpresa de los investigadores contenía los primeros versículos en hebreo del Libro del Levítico, tercero del Antiguo Testamento judío. Tras someterlo al análisis de carbono 14, el pergamino fue datado en el siglo sexto y es considerado el rollo más antiguo de los cinco libros de la biblia judía desde los del Mar Muerto, la mayor parte de los cuales son del final del período del Segundo Templo, entre el primer siglo antes de Cristo hasta el primero de nuestra era. Se trata además de la primera excavación arqueológica en la que aparece un rollo de la Torá en el interior de una sinagoga, concretamente en el arca destinada a guardar el texto bíblico. De Acuerdo al Sefi Porath, que descubrió el rollo en 1970 en las excavaciones que se llevaron a cabo en el oasis de Ein Guedi, "el descifrado del rollo, que ha sido para nosotros un rompecabezas durante 45 años, es muy emocionante". "El asentamiento fue completamente quemado hasta sus cimientos y ninguno de sus habitantes regresaron a vivir allí nunca o volvieron a sus ruinas para recuperar propiedades valiosas", describió. Para Pnina Shor, comisaria y directora de proyectos de los Rollos del Mar Muerto en la AAI, "el conocimiento que estamos preservando es el descubrimiento más importante del siglo XX y uno de los tesoros de la cultura occidental más importantes a nivel mundial, lo que nos llevó a proceder con el mayor cuidado y precaución y emplear las tecnologías más avanzadas disponibles hoy en día".

 

Fuente: HOY

Nuestros gloriosos, pero a menudo olvidados méritos imperiales fructificaron a menudo en una figura que es casi única en la historia miñlitar y literaria europea, acaso incluso mundial, la del poeta soldado. Vayan por delante y en formación acaso los más ilustres, como Garcilaso de la Vega y Francisco de Aldana, héroes de nuestra siempre fiel infantería, y dos más que excelsímos poetas. No olvidemos a muchísimos otros y hasta Lope de Vega, nuestro Fénix de los Ingenios, tuvo las agallas de alistarse como voluntario en la que fuera desvencijada por el Atlántico en las costas de Irlanda ese Armada Invencible (así la denominaron cun cruel sarna los ingleses, apóstatas de renombre que siempre han hecho del insulto y la burla de Nuestra Nación una de sus más esforzadas industrias, aunque en tantas industrias debieran poner pies en polvososa y con el rabio entre las piernas ante nuestro salvaje coraje). Pero sepan que entre nosotros, de siempre se la conoció como la Gran Armada. Uno de estos alféreces y vates fue Don Alonso de Ercilla y Zúñiga (Madrid, 7 de agosto de 1533-29 de noviembre de 1594) fue un poeta y soldado español, que fuera conocido y reconocido principalmente por ser el autor de La Araucana, gigantesco poema épico sobre la Conquista de Chile, texto arrebatador y que daba cuenta de las innúmeras y cruentísimas a los indígenas propios del país, los mapuches. Al año, Alonso de Ercilla, pquedó huérfano de padre y su hermano mayor también murió muy joven y pronto, la familia Ercilla pasó de ser una familia con posibles a convertirse en un clan acuciado por la necesidad. De modo y manera que muerto el mayor de los hijos, Alonso fue remitido a la Iglesia, en tanto que ya principiaba con un puñado de sus atrevidos versos, comenzaba a afilar el acero toledanao de su espafda y era aagraciado por el favor del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Se aposentó, pues, Don Alonso, allende la Mar Océanaa cuando en 1556 llega al Perú y acompaña a García Hurtado de Mendoza, a la sazón recién nombrado gobernador y capitán general de Chile, donde se habían sublevado los araucanos. En el alargadísimo país andino estuvo algo más de año y medio batalló en lides como las de Lagunillas, Quiapo y Millarapue con los indígenes araucanos, siendo testigo de la muerte de Caupolicán, protagonista de su poema: La Araucana, poema épico de exaltación militar en 37 cantos, donde narra los hechos más significativos de la guerra de Arauco contra los citados araucanos o mapuches). La Araucana, el libro que le dio fama y gloria a Don Alonso de Ercilla para los siglos de los siglos fue considerada por el mismísimo Miguel de Cervantes como una de las mejores obras épicas en verso castellano que haya producido España, e incluso, el Manco de Lepanto y la salva novelísticamente del fuego a que fue sometida la biblioteca de don Quijote. Después de residir en el Perú, Ercilla volvió a España en 1562, donde publicó su gran obra (1569), dedicada a Su Majestad Católica Felipe II y fue nombrado gentilhombre de la Corte y Caballero de Santiago, la mayor distinción de la época, ey comenzó, igualmente, una fructífera tarea diplomática. En el año de gracia de1570 se casó con María de Bazán y se instaló en Madrid, donde terminó las partes segunda (1578) y tercera de su poema (1589). El gran vate, soldado y diplomático murió a los 61 años en 1594. Sus restos reposan en el Convento de San José situado en la ciudad de Ocaña en Toledo. Fuente: ABC

Miguel Angel Alvarez plantea una visión en conjunto de la cerámica popular extremeña con la colección 'A Cántaros', que se puede ver hasta el 13 de septiembre en el Museo de las Veletas. La colección permite comprobar el vertiginoso ritmo de desaparición de la alfarería tradicional en la región en los últimos 30 años. Las piezas las ha reunido desde los años 80, de artesanos de distintas localidades.

 

Fuente: El Periódico Extremadura.

"La ficción salva, la realidad mata. Pero necesitamos ambas para vivir". El escritor Javier Cercas ha acudido esta mañana a los Cursos de Verano Complutense organizados en El Escorial para narrar los entresijos de su libro, 'El impostor', y radiografiar la personalidad de su protagonista, Enric Marco. Marco se construyó una vida a base de mentiras. Llegó a ser el presidente de la Amical de Mauthausen, una asociación que defendía los derechos de los aproximadamente 10.000 españoles deportados a los campos de concentración del Tercer Reich. Daba conferencias por colegios y universidades contando las penurias que había vivido en uno de dichos campos. Incluso conmovió en el Congreso de los Diputados a más de un político español. Pero todo formaba parte de un engaño. En 2005, el historiador Benito Bermejo demostró que su historia era falsa. Jamás había pisado ningún campo de exterminio. Este escándalo se extendió como un reguero de pólvora por todo el mundo. "En seguida me llamó la atención. Y me hizo plantearme tres preguntas: ¿Cómo es posible que una persona mienta en torno a los crímenes más monstruosos de la humanidad?, ¿cómo es posible que todo el mundo le creyera durante tanto tiempo? y ¿por qué me perturbaba tanto personalmente?", recuerda Cercas. Para el novelista, las tres cuestiones tienen múltiples respuestas, pero en cada una de ellas sobresale una contestación que aclara de manera sencilla la manera de obrar de Marco. "Mintió para que le quisieran, quería ser admirado. Era narcisista, un término que la mayoría de personas no utiliza bien. Los narcisistas no se aman, se odian... por ello fabrican una imagen bella de sí mismos", explica el escritor. También cree que esta mentira duró tanto tiempo porque la sociedad lo permitió. "Contaba lo que todo el mundo quería escuchar, así de simple. No nos gusta la verdad, nos gusta la mentira", valora Cercas, para quien Marco contaba unos embustes estupendos. "Los medios de comunicación estaban encantados". También responde a la última pregunta que se formulaba con otra contestación evidente. "Esta historia me perturbaba porque Marco no es tan distinto al resto de seres humanos. Lo que pasa es que él llevó su exageración al extremo. El ser humano es incapaz de aceptar la realidad y necesita la ficción para vivir". El novelista asegura que detrás de cada mentira de Marco se escondían pequeñas verdades que hacían sus relatos más creíbles. Y añade que para lanzar este libro tenía que conocer toda la verdad, "aunque a veces sea una putada". "Es un dilema para el que escribe porque puede descubrir cosas que no deberían salir a la luz. Pero escribir conlleva meterse en líos. Quien no esté dispuesto a ello que no escriba", concluye.

Fuente: El Mundo

En muchas ocasiones me han indicado que debía incluir en este blog a los guiris más conocidos que han transitado Extremadura. Pues bien, hoy traigo a Vostell, valiéndome de una biografía publicada en 2011 por Mercedes Guardado Olivenza, su esposa, editado por La Fábrica, en el que podemos encontrar un completo relato del Vostell más personal, más familiar, más oculto y más encantador. Soy un profundo admirador de la obra de Wolf Vostell, y en numerosas ocasiones visito su museo acompañando a personas de otras partes de España, a las que suelo enseñar en el mismo día y para mostrar contrastes, el cercano Monasterio del Palancar. El artista Wolfgang Vostell (1932-1998) fue una de las figuras centrales del movimiento que sería conocido como Fluxus, denominación común de una serie de actividades de distintos artistas y grupos que en los años 60 se expresaron por medio de acciones y eventos realizados en distintos entornos. Nacido en Leverkusen, Alemania, Vostell estuvo en Checoslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial, y luego se radicó en Colonia. Comenzó a estudiar arte (pintura, fotografía y tipografía experimental) en la Escuela de Artes y Oficios de Wuppertal a comienzos de los 50, época en la que realizó su primer happening, y una serie de lo que denominó de-collages, obras en las que integraba trozos de afiches que desprendía con navaja de las paredes.
Vostell,-Coca-Cola Después de estudiar en París, en 1958 viajó a España con su amigo y colega Karl Ott. Llegaron a Guadalupe (cerca de Cáceres) para estudiar varias telas de Zurbarán que forman parte del acervo del Monasterio de Guadalupe. Desde ese año, y fruto del conocimiento del que será su esposa, Mercedes Guardado se inicia en su obra una estrecha relación con España, y más concretamente con Extremadura, para lo cual, en los años 70, concibe a creación de un museo de vanguardia diferente a cualquier otro a la España de entonces, un lugar de encuentro del arte y la vida.
Cáceres, enero. 1959 Vostell ofrece a la vista de todos los aspectos mas negativos de su mundo: un mundo en crisis a causa de un exceso de estímulos que difícilmente puede digerir. Cemento, autopistas, vísceras, accidentes, automóviles, televisores, carne, vagones, sierras eléctricas, desastres naturales, ensaimadas, máscaras antigás, ciudades bombardeadas, sangre, publicidad, pornografía, lavadoras, ruido… La sobreabundancia que compone su presente sirve de referente para la creación de una de las imaginerías mas impactantes del arte del siglo XX, exaltando de forma grotesca los valores de destrucción y consumo del mundo civilizado.
You. 1964, fotografía de Manfred Tischer Básicamente, su buen acto consistirá en despertar la conciencia de sus congéneres y mostrar ejemplos para la realización efectiva de una vida liberada. Vostell también suscribiría que toda forma de vida es una forma de arte, anteponiendo el arte a la vida, siendo el primero el que crearía los modelos. Su idea es crear modos de vida a partir de modelos artísticos y divulgarlos para que todo el mundo pueda aplicarlos a su quehacer diario. El deber del artista será, por tanto, el crear un modelo de vida. Hoy, y hasta noviembre, que se muestra en su museo la exposición temporal: Vostell. El arte que ayuda a vivir, selección de pinturas de los años 80 y 90, me ha parecido aportar alguna fotografía que nos descubre un Vostell familiar y amigo.

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