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Son las siete de la mañana de un martes de otoño y amanece en Trevejo, a dos kilómetros de la localidad cacereña de Villamiel. En la casa de Martín Perales, vecino de esta población, se enciende una luz. Empieza la jornada para este hombre de 51 años que vive desde pequeño en esta pedanía custodiada por un castillo. Carga con sus enseres y tras un viaje de cinco minutos en coche, con el silencio como único acompañante, inicia su jornada laboral. Él, cada día, recoge madera en el monte. Lo hace hasta las cuatro de la tarde para venderla a empresas portuguesas. Luego, suele pasar un rato ‘mimando’ la huerta que le da de comer a él, a su madre Petra y a su hermano Pedro. De vez en cuando se acerca también a comprar algo de comida a Villamiel e incluso a Moraleja. Es sólo durante esos días cuando se aleja del sosiego que le ofrece un pueblo de angostas calles en el que sólo viven 16 personas, según Martín –el INE registra seis hombres y siete mujeres–. Él es de los más jóvenes. Los demás superan los 60 años de edad. «Lo del ocio es complicado. Si quieres divertirte un poco hay que salir fuera. Sin embargo, yo no cambio esto por nada. La tranquilidad de aquí la hay en muy pocos sitios. Pequeños aspectos como ver salir el sol todos los días y apreciar cuando se pone es maravilloso. Los de Madrid nos dicen que esto es como vivir en el cielo», comenta Martín, que se hizo cargo durante dos años de la pequeña taberna de la plaza del pueblo, un negocio que el Ayuntamiento de Villamiel saca a concesión anualmente. «Aquí hay mucho turismo, yo abría todos los días y solía venir gente», añade. Eso es lo que más le mantenía conectado con otra gente. «La cobertura del teléfono suele fallar bastante, lo de Internet ya es mucho pedir y la compra hay que salir a hacerla fuera del pueblo». Lo que no falta diariamente es el pan. Sin embargo, para comprar algo más hay que esperar al domingo, cuando llega con su furgoneta Julio Gálvez, de la Vieja Tahona, una panadería de Villamiel. En cuanto toca el claxon, los pocos vecinos de Trevejo empiezan a salir de sus casas para hacerse con lo básico para toda la semana. En un pequeño mercadillo montado en la parte trasera del furgón compran dulces artesanos, leche, empanadas, fiambre y latas de conserva, entre otros alimentos. «Muy pocos vecinos en Trevejo tienen coche. En la mayoría de los casos, cuando necesitan algo más los hijos les llevan la compra», explica Julio, que desde hace diez años realiza esta ruta y ha visto cómo la población desciende a pasos agigantados. «Cuando yo empecé a ir había cuatro o cinco familias más». Con él coincide Martín: «Hay gente que tiene casas de vacaciones y viene los fines de semana. Que Trevejo se repueble lo veo casi imposible, pero sí se puede mantener con vida gracias al turismo». De eso es muy consciente Nacho Lozano, un empresario de Badajoz que invirtió en reformar una antigua casa de Trevejo que rondaba los 30.000 euros. Lo hizo para crear los apartamentos rurales A Fala. «Rehabilité el espacio y ahora, en un año, puedo tener completas unas 130 noches. Además estoy haciendo actividades como rutas de senderismo para que se siga visitando una comarca tan bonita como la Sierra de Gata», afirma Nacho, quien apunta que «el turismo rural y de naturaleza es lo que hace que el corazón de esta villa siga latiendo». Al igual que con Trevejo, en Sierra de Gata, sucede lo mismo con algunas poblaciones de Las Hurdes, una comarca en la que se pueden encontrar alquerías que caminan peligrosamente hacia el abandono. Un ejemplo de ello es Casarrubia, perteneciente al concejo de Casares de las Hurdes. En esa villa, caracterizada por su puente antiguo atravesado por el río Hurdano, viven tan sólo 31 personas. En Arroyo Pascual y Castañar, del mismo municipio (Casares de las Hurdes), ya no hay nadie censado. Y es que en Extremadura hay varias poblaciones en las que su latido se paró hace años. Según el nomenclátor del Instituto Nacional de Estadística, que recoge información sobre el padrón por unidades de población, en la región extremeña hay 14 zonas que antes eran habitables y hoy no hay censada ninguna persona. En Badajoz son cinco (Abejarones de Arriba y Abajo, Campo Ameno, Osa y Navas, Nuestra Señora del Valle y Cancho Gordo) y nueve en la provincia de Cáceres (Parrera, Vega de Mesillas, Fuente del Sapo, Jarilla del Sur, Pantano Gabriel y Galán, Atalaya, Salto de Torrejón, Guadisa y Granadilla).
Catorce pueblos fantasma de ExtremaduraCatorce pueblos fantasma de ExtremaduraCatorce pueblos fantasma de Extremadura De estas unidades de población, la mayoría son entidades singulares. El INE las define como «cualquier área habitable del término municipal, habitada o excepcionalmente deshabitada, y que es conocida por una denominación específica que la identifica sin posibilidad de confusión». Entre los pueblos, entidades que están regidas por un ayuntamiento, siete caminan peligrosamente hacia el abandono. En ellos viven menos de 100 personas. Son Robledillo de Gata (99), Cachorrilla (93), Garvín (92), Benquerencia (80), Ruanes (75) y Campillo de Deleitosa (52), en Cáceres, y El Carrascalejo (71) en Badajoz. Por debajo de 1.000 habitantes hay 208. Un total de 152 en la provincia cacereña y 56 en la pacense. De las unidades poblacionales que el INE considera totalmente deshabitadas, Granadilla es la más conocida. Se despobló en la década de los sesenta del siglo pasado por la construcción del pantano Gabriel y Galán. Hasta entonces había sido un municipio amurallado, que conservaba su traza medieval, castillo incluido, y cabeza de la comarca conocida como Tierra de Granadilla, cerca del valle de Ambroz. Hoy es un pueblo casi fantasma que sólo se abre unas horas al día para que los turistas puedan apreciar su patrimonio, que se remonta a la villa fundada en el siglo IX por los almohades y conquistada para el reino de León en el siglo XII por el rey Fernando II de León.
Catorce pueblos fantasma de Extremadura En 1980, fue declarada conjunto histórico–artístico y, cuatro años después, en 1984, elegida para su inclusión en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados. «Para que un centro de España pueda participar en este proyecto debe presentar un programa al Ministerio de Educación. Por ejemplo, crear un itinerario natural por la zona y elaborar un cuaderno didáctico», explica Sergio Pérez, profesor de Secundaria y director de este plan. Él detalla que en las tres décadas que se lleva celebrando han pasado por el pueblo de Granadilla un total de 55.000 alumnos, 3.600 profesores y más de 1.800 centros educativos. Pero no sólo los escolares visitan esta aldea. También lo hacen turistas. «Debería existir un punto de información turístico, con una persona que se encargue de hacer visitas guiadas», apunta Pérez. Para conocer este pueblo abandonado hay que acceder desde una carretera que sale desde Zarza de Granadilla. Al interior de la villa se entra por la puerta de la muralla, con horario que de abril a octubre es de martes a domingo, de 10.00 a 13.30 horas y de 16.00 a 20.00 horas. De noviembre a marzo la puerta de hierro se cierra a las 18.00 horas. A las unidades poblacionales que registra el INE con cero habitantes, se suman otras que, por su pequeña extensión o porque quedaron despobladas hace mucho tiempo, no aparecen en las estadísticas. Es el caso de Zamarrilla, El Moral y Villa del Arco. La primera de ellas está situada en los Llanos de Cáceres, a unos 15 kilómetros de la capital cacereña. Su origen está documentado en el siglo XIV y en ella llegaron a vivir más de 200 vecinos a principios del siglo XVIII, según el arqueólogo, historiador, especialista en Historia del Arte y escritor, Víctor Gibello. Una alquería El Moral es una alquería de Las Hurdes que pertenece a Pinofranqueado. A ella se accede por la carretera Ex–204 en dirección Robledo, Horcajo. Una vez en Horcajo, hay que caminar por una pista de tierra durante una hora aproximadamente. En ella se puede observar cómo los pastores utilizaban las construcciones de esta pequeña aldea para resguardar al ganado. En lo que queda de sus edificaciones se ve cómo en una parte vivía el pastor y las otras eran para los animales. Y de las Hurdes a Cañaveral. Junto a esa población placentina y a la autopista A–66, encaramada a la sierra de Cañaveral y de Pedroso de Acim, nace Villa del Arco, una pequeña localidad que sufrió la despoblación en la década de los sesenta. Hoy quedan en pie apenas ocho casas que la mayor parte del año permanecen cerradas. Sólo en una de ellas vive un matrimonio. Se trata de Julián Cornelio y su mujer Emilia. Sin embargo, no están solos. Les acompaña una asociación formada por más de 160 integrantes que velan por que esta villa no caiga en el olvido y se respete su valor patrimonial, histórico y cultural. «Este año hemos rehabilitado la ermita y estamos a la espera de que el Ayuntamiento de Cañaveral nos dé una solución sobre el albergue que se ha construido en la antigua escuela, situado justo a la entrada de la aldea. Esa construcción no respeta la arquitectura de la zona y además no se utiliza», asevera Cristina Cano, presidenta de la asociación Amigos de Villa del Arco, quien destaca que cuando reúnan un poco más de dinero (los asociados pagan cinco euros al año) arreglarán las regaderas. «Antes corría agua por todas las calles del pueblo. Ahora están estropeadas las canalizaciones y queremos solucionarlo», concluye Cano.
Catorce pueblos fantasma de ExtremaduraCatorce pueblos fantasma de Extremadura Pero no sólo a nivel asociativo se está luchando por mantener vivos pueblos en peligro real de abandono. Desde la Dirección General de Desarrollo Rural de la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio de la Junta Extremadura aseguran que son «conscientes del serio problema que hay de despoblación». De hecho, están a punto de presentar el Plan Estratégico de Apoyo al Medio Rural. Para el diseño y desarrollo de ese trabajo han contratado a la empresa Creaemprende S. L. y, aunque el plan no se ha dado a conocer aún, adelantan a HOY que «pretende poner en valor las fortalezas y oportunidades que ofrece el medio rural extremeño». Según explica Manuel Mejías, director general de Desarrollo Rural, «tiene como objetivo crear un modelo basado en la economía verde que englobe todos los sectores y actividades del medio rural, fijar población en el territorio, aumentar el número de habitantes, mejorar la calidad de vida y desarrollar el emprendimiento, el liderazgo y el talento de la población rural». Para ello contemplan políticas y medidas que refuercen la competitividad de las empresas y al mismo tiempo promover la diversificación económica en las zonas rurales.

Fuente: HOY

El día de hoy, domingo 11 diciembre, acaba de fallecer en Sevilla el Excmo. Sr. D. Pedro Rubio Merino.  Nacido en Valdefuentes, Cáceres, el 6-I-1928, fue Archivero de la S. I. Catedral y del Obispado de Badajoz. Catedrático de Historia de la Iglesia en el Seminario Diocesano de Badajoz; Archivero del Ayuntamiento de Badajoz; miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios del Estado; Canónigo Archivero de la Catedral de Coria-Cáceres; Delegado Provincial de Archivos de Cáceres y Director de los Archivos Histórico Provincial de la Delegación de Hacienda y de la Audiencia Territorial de Cáceres; Archivero del Ayuntamiento de Cáceres; Diector del Museo Provincial de Bellas Artes y Fundador del Museo del Mono.
Trasladado a Sevilla, ha sido Canónigo Archivero de su Catedral y Director del Archivo del Arzobispado; Jefe de Departamento del  Archivo General de Indias; Director del Archivo de la Audiencia Territorial sevillana y  Delegado del Patrimonio Artístico y Cultural del Arzobispado de Sevilla.
Doctor en Historia (Universidad de Sevilla) y en Historia de la Iglesia (Universidad Gregoriana de Roma); diplomado en Paleografía (Escuela Diplomática del Vaticano), fue elegido Académico de la Real de Extremadura el 27 de abril de 1985.
Autor de numerosas publicaciones y condecorado con galardones múltiples, el D. Rubio Merino deja tras sí una obra de reconocidos méritos y numerosos discípulos que no olvidamos su magisterio.
Tras el funeral que mañana ha de celebrarse en la Catedral de Sevilla, su cuerpo será trasladado a Valdefuentes, donde recibirá sepultura. Descanse en paz.
Manuel Pecellín Lancharro,
Secretario de la R.Academia de Extremadura de las Artes y las Letras.

Convocada la XI edición del Premio Europeo Carlos V que será anual y abierto a personas, iniciativas, instituciones, y proyectos

El Premio Europeo Carlos V que concede Fundación Academia Europea de Yuste pasará a entregarse anualmente y está abierto a personas, iniciativas, instituciones, y proyectos que hayan contribuido al engrandecimiento de la Unión Europea, y se entregarán el próximo día 9 de mayo, Día de Europa, en el Monasterio de Yuste

Estos son los cambios de la undécima convocatoria ya que antes, los premios se entregaban cada dos años y sólo a personalidades destacadas por su contribución a la idea de Europa se hacen con el fin de reconocer las aportaciones realizadas al conocimiento general y engrandecimiento de los valores culturales, sociales, científicos e históricos de Europa y al proceso de construcción e integración europea desde cualquier ámbito de la sociedad

El plazo de presentación de candidaturas, que está abierto hasta el próximo 31 de enero de 2017, deberán presentarse en español e inglés y estar respaldadas por instituciones, entidades, asociaciones, etc. La convocatoria puede encontrarse en la web: http://doe.gobex.es/pdfs/doe/2016/2330o/16081575.pdf

Los candidatos deberán pertenecer al ámbito de los países de la Unión Europea, de la Asociación Europea de Libre Comercio, de países candidatos a la adhesión a la UE, además, deberán asegurar la aceptación del premio y la presencia de los premiados en el acto de entrega del galardón y en las actividades organizadas por este motivo.

En la presente edición el XI Premio Europeo Carlos V está dotado económicamente con la cantidad de 30.000 euros. Toda la documentación puede ser enviada por correo electrónico a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., por correo certificado, o bien entregarse en la propia sede la Fundación Academia Europea de Yuste, situada en el Real Monasterio de Yuste.

El Premio Europeo Carlos V, galardón que desde 1995 ha reconocido el papel desempeñado por protagonistas e impulsores del proceso de construcción europea, se creó con el fin de premiar la labor de aquellas personas, organizaciones, proyectos o iniciativas que, con su esfuerzo y dedicación, hayan contribuido al conocimiento general y engrandecimiento de los valores culturales, sociales, científicos e históricos de Europa, así como al proceso de construcción e integración europea.

El Premio será otorgado por el Patronato de la Fundación Academia Europea de Yuste a propuesta de un jurado formado por personalidades de destacada relevancia en el ámbito científico, cultural, historiográfico, institucional, académico, social o político.

En la pasada edición se presentaron un total de 22 candidaturas provenientes de organizaciones de 7 países de la Unión Europea, siendo diecisiete el número total de candidatos propuestos a recibir el Premio Europeo Carlos V.

UN REFERENTE EN EUROPA

El Premio Europeo Carlos V “dará un paso adelante” al constituirse como un galardón anual, entregándose en fechas que coinciden con la celebración del Día de Europa, por lo que se convertirá en “un evento de referencia a nivel regional, nacional y europeo que aglutine a los protagonistas de la construcción europea”.

Las personas que han recibido este galardón han supuesto un ejemplo inspirador para el resto de la sociedad, y a través de su reconocimiento se ha buscado dar mayor visibilidad a los grandes avances conseguidos estando unidos en Europa, como la última premiada, la profesora italiana, Sofia Corradi, impulsora del programa de intercambio de jóvenes más importante de Europa, el Erasmus.

En un momento en el que Europa necesita referentes que potencien y refuercen la cohesión entre países para dar respuesta a los importantes retos a los que enfrentarse en un mundo global, el Premio Europeo Carlos V quiere poner en valor todo el esfuerzo y el trabajo de los referentes que hacen posible una Europa más sólida, social y democrática.

 

Fuente: FAEY

Francisco Pedraja Muñoz Pintor, catedrático y Medalla de Extremadura
Es un gran maestro. Maestro de la pintura y maestro en las aulas. Y maestro en reunir afectos: lo quiere todo el mundo Conserva intacta su capacidad de seducción. Los achaques -tres operaciones que le han obligado a dejar sus actividades públicas y la mayoría de sus relaciones sociales-, no han podido con su fuerza expresiva y desde el salón de su casa, ayudado por un bastón, acogido a la calidez de Aurora, su mujer, pero con el porte indesmayablemente augusto, sigue escribiendo y pintando. Habla de su próxima exposición como si fuera un ratón encima de un queso: con una expectativa de festín; y ya tiene a punto de acabar su próxima monografía, un recorrido sobre la pintura extremeña de Morales a Ortega Muñoz. Dibuja diariamente a lápiz en un cuaderno de pastas dobladas, ajado, vivido, que lo acompaña del sillón donde descansa a la mesa sobre la que se apoya, y vuelta al sillón... Para los que piensen que Francisco Pedraja está postrado tenemos una buena noticia: se equivocan. Sigue siendo -le gusta especialmente la definición que dio de sí mismo Gregorio Marañón- «un buscador de tiempo» y por eso, a su ritmo, no para. Su naturaleza no deja que sosiegue. Y a la fatiga que asoma cuando lleva mucho tiempo conversando acaba imponiéndose su alegría interior, su sentido del humor, esa socarronería que despliega como un pillo y que su bondad sólo a veces le permite que alcance a ser irónica. Pedraja es un hombre raro: adonde va concita afectos, aunque confiese aquí que también ha tenido enemigos. Es el vecino de Badajoz que se ha ganado tanto cariño -hasta tiene calle propia- que son muchos los que todos los días le renuevan el título de Hijo Adoptivo que en 2007 le dio el Ayuntamiento. Nació en Madrid, pero vino a Badajoz de niño y es el extremeño ilustre que en 2013 mereció la Medalla de Extremadura. Recibe a HOY en su casa dispuesto a hablar, lo que en este hombre es una garantía de tierra de promisión, aunque a veces resulta indomable porque mientras el periodista, ateniéndose a su oficio, pretende hacerle una entrevista, Francisco Pedraja, ateniéndose al derecho que bien se ha ganado de hacer su real gana, se la salta cuando quiere. Me pregunto cómo lleva eso de vivir en el segundo plano una persona como usted, un referente para cientos de alumnos, un artista reconocido, académico, Medalla de Extremadura, exdirector del Museo de Bellas Artes de Badajoz, que ha estado 27 años al frente de La Económica.
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inRead invented by Teads «Estuve en política un año o dos y me fui sin saber entenderla» Pues lo llevo muy bien. No echo de menos el primer plano. Hay que saber retirarse. Hay un momento de la vida que saber retirarse lo es todo porque ya es lo mismo que saber estar. En esta etapa en la que estoy, después de ciertas operaciones que he tenido, mantener la presidencia de La Económica me hubiera parecido mal. Uno no puede estar en los sitios como un muñeco. El único peligro que se corre con la retirada es que se den cuenta de que las cosas funcionan muy bien; incluso mejor sin ti.
LAS FRASES PASAR A SEGUNDO PLANO «Hay un momento en la vida en que saber retirarse lo es todo, porque ya es lo mismo que saber estar» CREARSE ENEMIGOS «La verdad es a veces peligrosa, pero una persona debe decirla para poder mirarse al espejo» 15 AÑOS DE PROFESOR EN LA UMEX «La Universidad de Mayores es una de las más grandes glorias sociales que se han inventado» COMPROMISO «No puedo dejar de pintar. Todos los días dibujo y preparo bocetos para futuros cuadros» No sea falso modesto: sabe que en La Económica lo echan de menos. Yo también los echo de menos porque ha sido mi segunda casa. Algún día me presento allí. Ahora salgo poco. Me sacan, doy una vuelta. Pero cuando haga mejor tiempo seguro que me llevan. ¿Ha tenido alguna vez enemigos? Si me dice que sí me extrañaría. Pues sí los he tenido, sí. No voy a dar nombres, pero una vez me creé enemigos. Fue, ya ve usted qué cosas, porque ante un cuadro que era un fraude me vi en la necesidad de decirlo en voz alta. Y eso me produjo sinsabores. La enemistad fue más fuerte de lo que el pretexto pudiera hacer pensar. ¿Se arrepiente? ¿Debió callar? No, y eso que me sentí un poco solo. La verdad a veces es peligrosa, pero hay momentos en que una persona tiene que jugársela para en lo sucesivo mirarse al espejo. Me llama la atención que diga que se sintió solo. Usted sale a la calle y no hace más que saludar. Eso es verdad. Pero es porque Badajoz es una ciudad muy cariñosa. ¿Se siente merecedor de ese cariño? Si le digo que sí parecería un fatuo, aunque, hombre, creo que he hecho muchas cosas en Badajoz y Extremadura. He dado clase a muchísima gente desde el instituto Zurbarán a la Facultad de Educación y a la Universidad de Mayores, que es una de las glorias sociales que se han inventado. Fíjese si es grande la Universidad de Mayores de Extremadura que hace posible que mucha gente encuentre en ella no solo el sentirse universitario, sino la oportunidad de una dicha y de una vitalidad inesperadas, cuando ya parece que queda poco por hacer. He estado 15 años en la Universidad de Mayores. Quizás, desde el punto de vista de la docencia, los mejores de mi vida. Empezó Arquitectura pero la abandonó por el arte y por la historia del arte. Y a los 24 años ya estaba exponiendo en Madrid ¿A usted qué le pasaba, que no tenía más remedio que ser artista? Aquella exposición fue curiosa. Fue en el año 52. En la revista 'Goya' vi un anuncio de que la sala de exposiciones Altamira preparaba un ciclo de pintura de las diferentes regiones. A mí me habían dado el primer premio de la bienal extremeña, lo cual me permitía participar en la bienal Hispanoamericana de La Habana. Me presenté en Altamira con la credencial que me proporcionaba el recorte del periódico HOY en el que se daba noticia de ese premio y acordamos la exposición. Mis padres me dijeron que era un insensato, pero la cosa resultó relativamente bien (digo relativamente por no presumir). Entonces mi padre, al ver que podía ganar un dinerillo con la pintura, me permitió que dejara los estudios de Arquitectura, pero me puso la condición de que, en cualquier caso, hiciera «una carrera seria». Entonces estudié Derecho. ¿Pero no fue Historia del Arte? Hice el Doctorado en Historia del Arte, que me permitió entrar en la docencia y encarrilar mi vida por ahí. Podría decir: 'Derecho no me ha servido para nada'. Pero no sería verdad. Cuando estaba preparando mi tesis me convalidaron una asignatura de esas que se ponen de otras carreras. Y el Derecho me enseñó que la Ley es importante. Y que hay que cumplirla. Yo creo que hay que respetar a las autoridades, fíjese si soy antiguo. Pero usted es un artista. ¿No dicen que los artistas tienen que ser desobedientes? ¿Y quién le dice a usted que no soy anarquista en mi intimidad? A lo mejor sí, en el sentido de que no he seguido la pauta trillada. Podría decirse que he sido un anarquista que ha cumplido con la Ley. Un honesto anarquista. Esa definición suya me cuadra más con lo que algunos críticos han dicho de usted, que lo han señalado como un pintor expresionista inquieto, visceral, poco dado a concesiones para la galería. Por eso le preguntaba antes si no ha tenido más remedio que ser artista para dar libertad a esa necesidad de expresarse. Eso sí es verdad. Desde muy pequeño descubrí que mi camino era el de expresarme a través de la pintura. El primer día en que entré en el colegio público de La Paloma, en Madrid, el profesor hizo un dibujo en la pizarra de un muchacho andando y nos puso la tarea de copiarlo. Terminé el primero. Cuando lo vio se sorprendió tanto que fue a enseñarlo a los profesores de las otras clases. En ese momento tuve la sensación de que había nacido con la facilidad para hacer una cosa. Y es muy importante en la vida saber para lo que vale uno. Pero a usted también se le reconoce no sólo como artista, sino como un gran maestro. Fíjese, también me ocurrió con la enseñanza algo parecido a cómo supe que lo mío era la pintura. Tenía 21 años y di una conferencia sobre la pintura extremeña, aquí en Badajoz. Cuando acabé uno de los asistentes, que se dedicaba a la sociología, me hizo un aparte y me dijo: «Deberías dedicarte a la enseñanza. Tú vales para eso». Y yo lo creí. Es curioso, pero fueron los demás los que me abrieron los ojos a la pintura y a la enseñanza, mis dos grandes pasiones. Empecé a dar clases en la Academia Santo Tomás, en Badajoz, que para mí ha sido el paraíso terrenal. Aunque bien mirado el paraíso no es un lugar, nadie lo encuentra fuera. Lo llevamos dentro. El camino hacia la felicidad es un camino propio que cada cual se labra como puede. ¿Usted lo encontró en la pintura y en la docencia? Lo encontré en el arte, del que forma parte la pintura y la enseñanza del arte. Yo con los alumnos he establecido siempre una relación muy directa, personal. Si uno me venía y me decía: «No he podido hacer este examen». Le contestaba: «No te apures, ya te haré uno a ti solo». Los demás profesores me afeaban mi actitud y me decían que eso no era un método. Yo, sin embargo, sí creo que lo fuera porque lo que buscaba era tratar a los alumnos en su individualidad, como personas distintas que eran cada uno. Después de decenas de exposiciones nacionales e internacionales, de pertenecer a las academias de Arte de nuestro país, de enseñar a toda clase de alumnos. Después de tantas décadas de ser pintor, ¿qué es la pintura? Es expresión. Expresión de un pensamiento y de un sentimiento. Yo siento y pienso en colores. Cada color significa, aunque afortunadamente no signifique lo mismo para todo el mundo. Ese significado, ese sentido a la existencia que da el color es la pintura. ¿Sigue pintando? No puedo dejarlo. Todos los días dibujo y escribo. Estoy a punto de acabar un trabajo, que es un recorrido por la pintura extremeña de Morales a Ortega Muñoz. Me faltan apenas unos párrafos sobre Zurbarán. Y tengo siempre conmigo el cuaderno en el que hago apuntes y preparo bocetos para futuros cuadros. En cualquier momento surge una idea y hay que cogerla aunque sea por los pelos. A veces esa idea se convierte en la que se plasmará en el cuadro. Otras, es solo el principio. En esto uno no manda. Me guío por la intuición. Creo en la inspiración, pero hay que estar preparado, precisamente para poder resolver cualquier problema pictórico que te plantee la inspiración. La inspiración es fértil si hay oficio. Estoy preparando una exposición en la que tengo puesta mucha ilusión. Pintar es un riesgo. El lienzo blanco es un desafío, una invitación al riesgo. Y todavía tengo una gran ilusión por ese riesgo y por esa exposición. La tengo muy avanzada, con una quincena de obras, y me gustaría que se expusiera en el Museo Luis de Morales, aunque se hará cuando quieran los cuadros, cuando vea que en ella está todo lo que quiero decir. Se titulará 'La religión de la naturaleza' y busco en ella una exaltación del mundo natural. Los mitólogos clásicos ya percibieron que en cada rincón del bosque hay una divinidad. Algún crítico lo ha definido a usted como un místico del paisaje ¿Se ve así? En cierta medida, sí. En el paisaje no hay nada descriptivo. Todo es emoción, color. Y la forma es rotunda, volcánica. Parece que pintaras con una escoba. Yo estoy cómodo en ese mundo espiritual. Hubo un crítico que, recordando a Unamuno, dijo que mi pintura era 'el paisaje del alma'. El misticismo del paisaje, la religión de la naturaleza, paisaje del alma... Todo eso es lo que yo quiero llevar a esa próxima exposición. En su hasta ahora última exposición de hace dos años, titulada 'Paisajes de la Raya', dijo que con las obras que exponía, en las que no había ninguna figura humana, quería invitar a la gente a pensar que la vida no se detiene porque no haya testigos de ella... Claro, la vida siempre se abre paso. En cualquier circunstancia, la observemos o no. Es como la sabiduría. Uno la encuentra donde menos se espera. Para encontrar un sabio no es necesario ir a la Universidad. Yo he aprendido, sobre todo, de la gente sencilla. Es de lo que más orgulloso estoy: no de haber enseñado, y eso que me he dedicado a enseñar durante 50 años, sino de haber sabido aprender. Al mundo se viene, sobre todo, a aprender para, después, enseñar las cosas aprendidas a los demás, para ayudarlos. ¿Cuando se mira al espejo cree que ha cumplido con la misión de ayudar a los demás? Pues, mire, yo creo que sí. Sin vanidad le digo que creo que he ayudado a los demás. Marañón decia que era 'un buscador de tiempo'. A mí siempre me gustó esa idea porque el tiempo que yo he encontrado, el tiempo que he tenido, lo he usado para ponerme a disposición de los demás. Estoy en paz con el mundo. No le exijo nada más a la vida.

Fuente: HOY

Extremadura, a la cola del informe PISA en Ciencias, Matemáticas y Lectura junto a Andalucía y Canarias
Castilla y León, Madrid y Navarra son las comunidades que copan los primeros puestos en España del informe PISA 2015 en Ciencias, Matemáticas y Lectura, y sus resultados se acercan a los de los países punteros en este estudio
Castilla y León, Madrid y Navarra son las comunidades que copan los primeros puestos en España del informe PISA 2015 en Ciencias, Matemáticas y Lectura, y sus resultados se acercan a los de los países punteros en este estudio, mientras que Andalucía, Canarias y Extremadura se sitúan a la cola. Estos son algunos de los resultados de la última Evaluación Internacional de Estudiantes de la OCDE, conocidos hoy, que pone a prueba las competencias de los alumnos de 15 años en las áreas citadas. Por materias, Extremadura es la penúltima en Ciencias, con 474 puntos, un apartado en el que la media nacional es 493; la cuarta por la cola en Matemáticas, con 473 puntos, frente a los 486 de la media de España, y la última en Lectura, con 475 puntos, 21 puntos por debajo de media española, que es de 496. España es uno de los 72 países participantes (35 miembros de la OCDE y 37 países asociados) en esta evaluación, que se realiza cada tres años; en esta ocasión han participado todas las comunidades autónomas. Por materias, Castilla y León ocupa la primera posición entre las regiones españolas en Ciencias (519 puntos), seguida de Madrid (516), Navarra y Galicia (ambas con 512), siendo la media de España de 493 puntos, igual a la de la OCDE. Estas tres comunidades se sitúan en el entorno de Corea del Sur (516), Nueva Zelanda y Eslovenia (ambas con 513) que se encuentran entre los diez primeros países en Ciencias. Los países con mayor puntuación en Ciencias son Singapur (556), Japón (538), Estonia (534) y Finlandia (531). Cierran la tabla española sobre Ciencias, Canarias (475), Extremadura (474) y Andalucía (473). En Matemáticas el primer puesto es para Navarra (518), seguida por Castilla y León (508), La Rioja (505) y Madrid (503), todas por encima de la media de España (486) y de la OCDE (490). Navarra se colocaría así por encima de Canadá (516), que ocupa el sexto puesto internacional detrás de Singapur (564), Japón (532), Corea del Sur (524), Suiza (521) y Estonia (520). Por el contrario, Extremadura (473), Murcia (470), Andalucía (466) y Canarias (452) son las que peores resultados obtienen en Matemáticas. En Lectura también sobresale Castilla y León (522) y a continuación Madrid (520) y Navarra (514); y la media de España, 496, supera a la de la OCDE, que se sitúa en esta ocasión en 493 puntos. Castilla y León y Madrid se colocan en una posición similar a Irlanda (521), país que está solo por debajo de Singapur (535), Canadá (527) y Finlandia (526). Las peores comunidades en Lectura vuelven a ser Canarias (483), Andalucía (479) y Extremadura (475). El cuadro recoge los resultados de los alumnos en Ciencias, Matemáticas y Lectura, por comunidades autónomas, en PISA 2015 y las medias de España y la OCDE.

Fuente: El Periódico Extremdura

Fernando Pessoa (Lisboa 1888-1935) sigue proyectando su genio triste desde esa zona del fin del mundo en la que creó su obra, en lugares concretos de Lisboa por los que pasearon él y sus heterónimos. Ahora proyecta esa luz oscura, pesimista, pero también diversa, o divertida, desde la sala Minerva del Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde unos seres rabiosamente pessoanos (Juan Barja, Alberto Ruiz de Samaniego, José Mouriño, cineasta este último, sin relación con el entrenador de fútbol, Daniel Sánchez Usanos…) han encontrado la manera de resaltar su paso insólito, silencioso y abrumador por este mundo.
Pessoa nació en Lisboa y vivió allí con la intensidad con que Marcel Proust vivió en una habitación sin vistas en París y en Cabourg o como José Lezama vivió inmóvil en La Habana. Sus sitios fueron el famoso café A Brasileira, que es universal por Pessoa, y el restaurante Martinho da Arcada, que es también inolvidable por eso, porque allí, escribía el hombre de los heterónimos. Se sentaba solo, pero con él estaban Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares, Álvaro de Campos, sus heterónimos. Ese solitario “del fin del mundo” era, dice el comisario de la exposición, Alberto Ruiz de Samaniego, “un hombre absolutamente introspectivo, aislado de todo contacto social”, alejamiento que le sirvió “para penetrar continuamente en las entrañas del ser”. Y tuvo tal capacidad que se quintuplicó, y en todos los individuos que creó encontró una voz distinta a la suya, siendo la misma.
Esa soledad, esa oscuridad de la que partían sus metáforas, está transcrita casi exactamente en la atmósfera creada para esta exposición. Está reproducida la geometría de las mesas de su café de siempre, y alrededor están, como partituras digitales, todos los pasos que Pessoa dio en su vida. Ese Atlas Pessoa que acompaña a la idea de la exposición presenta el trayecto humano del poeta misterioso más conocido de Portugal, junto a Camoens. Fernando Pessoa es inagotable, como el fondo del mar. Lo sabe bien Juan Barja, editor, ahora director del Círculo de Bellas Artes, filósofo y poeta, que desde hace años lucha con la voluntad de los melancólicos (su perfil de wasapp es Sobremuriendo) dentro del espíritu del poeta de las cinco identidades.
Fruto de esa pasión sobremuriente es una colección insólita y bilingüe de la poesía de Pessoa, que publica su editorial, Abada, empeñada en empresas de riesgo, como la obra completa de Walter Benjamín, otro europeo de la melancolía. Esta colección tiene ocho tomos, acaba ahora, y está realizada por él y por Juana Inarejos. Contiene textos de otros pessoístas como Miguel Casado, el propio Barja, José Manuel Cuesta Abad, el catedrático Alberto Ruiz de Samaniego, Javier Arnaldo y Patxi Lanceros.
El primer poema del último volumen de esa colección corresponde al libro Blasón, y reza de Europa, a la que el poeta mira con la melancolía de un dibujante que recorre su mapa. “Yace Europa, apoyada en ambos codos:/ desde Oriente a Occidente, contemplando,/ entoldada en románticos cabellos”. La descripción llega, naturalmente, a Portugal: “Con su mirar esfíngico y fatal/ ve a Occidente, futuro del pasado./ Y ese rostro que mira es Portugal”.
Ese rostro es Pessoa, mirando. Su traductor, Barja, cree que este hombre vive mirando el drama en la gente, y no sólo el drama de la gente. “Hay gente que opina que Pessoa es un esquizoide, que aquí hacía un personaje y allí otro, que los heterónimos tienen vida propia. Y creo, sin embargo, que la de Pessoa es una estrategia asombrosamente rigurosa. Vive en un país pequeño, casi extraeuorpeo, fuera de los acontecimientos de la modernidad. En ese ámbito se inventa una generación equivalente a las generaciones que hubo en Alemania o Francia en esa época de los años veinte o treinta”. Esos heterónimos, todos con su personalidad, son la generación que inventa. Cuando él muere, esa generación también desaparece. Pero qué vivo sigue el pensamiento desasosegado de Pessoa en la Europa que yace mirada desde Portugal.
Y una película, dirigida por Mourinho, retrata la Lisboa de su tránsito, con la voz principal de Pablo Guerrero, el cantautor. Esa voz reposada, y como entristecida, que habla desde el fondo del alma del propio cantante, descorre el velo de esa biografía urbana del hombre que, como dice Ruiz de Samaniego, “paseó la ciudad como aquellos paseantes de los que hablan Baudelaire o Walter Benjamin, anónimos en medio de las grandes urbes”. “Pessoa era un príncipe de incógnito. Caminaba día tras día por los mismos recovecos de la ciudad. Es alguien que mira, un voyeur; sus descripciones son de un detalle increíble; goza del espectáculo del mundo, con el trajín de la vida, con el tránsito urbano”.
Ese hombre solitario acompañado por sus sombras (Caeiro, Reis, Soares, De Campos) es, añade Samaniego, catedrático de Estética en la Universidad de Vigo, “todo un mundo, el Pessoa de las saudades, de la característica melancolía del fim do mundo, del Portugal desde el que escribe”. Pero es un poliedro: “Ese Pessoa se refracta en otras posibilidades. Con él van el agnóstico, el pagano defensor del paganismo precristiano, el sensual…”. Esos mundos caben en uno y se representan, como una realidad virtual, oscurecida como la cueva de la que nace la inteligencia de las sombras y de la poesía, en esa sala del Círculo de Bellas Artes que se llama Minerva y que arropa al solitario mayor de Portugal. La mujer que guarda la muestra, Eva Torrejón, profesora, ahora en paro, de Filología Hispánica, gaditana, ha leído versos de este hombre que pasea triste por los ordenadores y por la película que componen este Atlas Pessoa. “Ahora lo leeré más”. La voz de Pablo Guerrero Al fondo de la sala, en el cuarto más oscuro, suena la voz de Pablo Guerrero narrando la Lisboa filmada por Mouriño. Éste, que tiene 37 años y ahora trabaja en darle vida de cine a la última María Zambrano, dice: “Lo descubrí leyéndolo a él y a su tropa de autores brillantes. Vi Lisboa con ellos. El de Pessoa fue un mundo interior intenso y complejo. Llevar a la pantalla ese espíritu es tan difícil como trasladar el universo de Proust o como llevar al cine el mundo de Lezama, al que tanto se parece siendo tan distinto”.
La exposición es virtual, prácticamente; Juan Barja, editor de Pessoa, director del Círculo, dice que no quisieron apabullar con papeles y con datos. En esas pantallas chicas y en la pantalla de la sala de cine está el Atlas de Pessoa, y está él caminando con todas sus sombras. Es Pessoa en estado puro, como si él mismo estuviera en lo más hondo de su cueva oscura esperando el fin del mundo.

Fuente: El País

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