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Ricardo Senabre. El elogio de los creadores
Hoy los escritores Luis Landero, José María Merino, Álvaro Valverde, Lorenzo Silva, Fernando Aramburu y Carlos Marzal elogian a este crítico "secero, insobornable y perspicaz" Sabio y estricto
Por Luis Landero Sólo he conocido a Ricardo Senabre por sus críticas en el Cultural y por el testimonio, siempre apasionado, nunca indiferente, de muchos de sus alumnos de la universidad de Extremadura o de Salamanca. Fue un profesor que creó escuela, y también como crítico tuvo una fuerte personalidad y un estilo muy bien definido. Creo que tampoco sus reseñas dejaban indiferente a nadie. Era muy puntilloso, demasiado a veces, y en más de una ocasión nos exasperaba con sus minucias de profesor severo y un poco cascarrabias, pero también era generoso con los jóvenes, y aún en sus críticas más ácidas siempre tenía algo bueno que decir. Fue un crítico sincero, independiente, que no transigió con intereses o amiguismos, y por eso muchos respetábamos sus palabras aunque a veces no compartiésemos sus arbitrajes literarios. Su coherencia y su honestidad fueron proverbiales. Sabio y estricto, de un acendrado gusto clásico, en cada pieza crítica quedó siempre la estela de su incansable pasión por la literatura. A eso dedicó su vida, y en verdad que dejó lo mejor de sí mismo en ese noble empeño. Una voz rigurosa y perspicaz
José María Merino Ricardo Senabre pertenecía a esa promoción de críticos españoles que empezó a traer a los medios de comunicación la voz de los estudiosos y no la de los simples aficionados a la lectura, por muy formados que estos estuviesen, lo que a mi entender fue beneficioso para la crítica literaria en los periódicos. No cabe duda de que Senabre entraba en los libros con un sólido bagaje de conocimientos, tanto de la narrativa literaria como filológicos, como es también indudable que se leía los libros a fondo, sin prejuzgar la edad, el sexo o la posible carrera de quienes los hubiesen escrito. No era muy dado a entusiasmarse con los libros que criticaba, porque tal vez esa calculada lejanía es lo aconsejable cuando se ejerce la crítica con independencia, como él lo hacía. Solía además concluir el texto de sus críticas con un remate de advertencias formales, que en muchas ocasiones mostraban sorprendentes despistes o carencias en los responsables de la autoría. Creo que su voz crítica fue referencia necesaria en nuestro panorama literario por su objetividad, rigor y perspicacia. Una voz que echaremos de menos. Un hombre con criterio
Álvaro Valverde Recuerda uno bien la llegada a Cáceres de don Ricardo Senabre. Se hizo notar. Pronto, junto a Juan Manuel Rozas (la poesía y la prosa), desde el decanato de Filosofía y Letras, se alió con quienes, a favor de los nuevos aires democráticos, querían la redención cultural de esta Extremadura irredenta. Ya era hora. Y ahí estuvo, en primera línea. Aportó sensatez y prestigio a la empresa. Desde la cátedra y en la calle, presidiendo jurados literarios o animando vocaciones desde la prensa o los congresos de escritores. Uno no llegó a asistir a sus clases, pero tuvo ocasión de tratarlo y de aprovechar su magisterio, pues su inclinación didáctica siempre estuvo presente, dentro o fuera de la universidad. Al riguroso filólogo le acompañó, con la debida naturalidad, el crítico incisivo. El de las "senabrinas", como recordaba Gonzalo Hidalgo; el "severo", como decía aquí mismo Fernando Aramburu. Sus reseñas brillaban por lo bien escritas que estaban, un asunto nada baladí, y por la independencia de su juicio, otra rareza. Era un hombre con criterio. Aunaba la sabiduría del experto con la intuición del lector, que es lo que ante todo era. Siempre entendí que su meticulosidad, la precisión de su lenguaje y el amor por los detalles eran puro reflejo del ejercicio de la crítica responsable que él defendía. Insobornable y de fiar
Lorenzo Silva Hubo algo que nadie supo hacer como Ricardo Senabre: permanecer al acecho del nuevo talento, para señalarlo en cuanto aparecía, asumiendo el riesgo que ello comportaba; función esta del crítico que según Raymond Chandler es la primera y genuina (en lugar de limitarse a ensalzar a quien ya se ha vuelto respetable). Muchos de los que escribimos en nuestro país le debemos gratitud inextinguible porque él fue el primero que saludó con atenta generosidad nuestros inicios editoriales. Nadie suele jugársela así, y menos por alguien a quien no se conoce y al que no hay ganancia alguna en aventurarle un halagüeño porvenir. Sin embargo, eso era algo que él hacía todo el tiempo, con los escritores más variopintos, mostrando una apertura de juicio poco frecuente en el gremio de los criticadores de libros. Y es que Senabre siempre fue venturosa y saludablemente por libre: nunca sus reparos eran gratuitos, y jamás a un elogio suyo cabía buscarle los tres pies de una posible devolución de favor. A algunos les irritaba que levantara acta de erratas, anglicismos o cualquier clase de lunar en el texto. A mí me parecía que con ello cumplía con su deber, y le agradezco esa vigilancia. Era insobornable y de fiar. Le echaremos de menos. Se le notaba la cátedra
Fernando Aramburu Con pocos críticos me ha ocurrido lo que me ocurría con Ricardo Senabre. Cada semana buscaba de propósito sus reseñas y las leía como cosa más interesante que el libro juzgado. Con frecuencia empezaba la lectura por el final, donde él acostumbraba consignar los errores lingüísticos, los defectos de construcción, las contradicciones o los gazapos de la novela en cuestión. Esta peculiaridad suya era instructiva. Lo cual no quita para reconocer que a veces se propasaba. Un libro abundante en errores era para él tanto un libro mal escrito como un libro mal editado. ¿Es que en esta o aquella editorial no hay un control de calidad? Otro detalle me inducía a la lectura gustosa de sus reseñas. Ricardo Senabre redactaba bien, con propiedad, con prosa tranquila y clara, con densidad de pensamiento. No era un mero tasador de literatura. Razonaba. Severo, pero sin mala fe. Y, sí, en ocasiones, el texto le salía adusto, profesoral. A cambio, jamás incurría en trivialidades del tipo: háganse un regalo, lean este libro. Elogiaba lo justo y aun puede que fuera un poco rácano a la hora de repartir parabienes. En esto también se le notaba la cátedra. No era lo que pudiéramos llamar un entusiasmador. La literatura debía de ser un asunto por demás serio para él. Lo voy a echar de menos. Mis libros están ahí, apretados en la balda como una fila de huérfanos. Jamás resultó previsible
Carlos Marzal En España resulta frecuente considerar crítico literario a cualquiera que haya escrito una reseña en algún suplemento, que es algo parecido al hecho de considerar futbolista profesional a cualquiera que le haya pegado una patada a una lata de cocacola con la que se cruce en la calle. Ricardo Senabre fue un crítico literario de verdad: y además escribía reseñas en los suplementos. Es decir, era un filólogo de altura, un editor brillante, un profesor admirado, y un lector de excepción que trataba de jerarquizar entre las novedades narrativas. Yo lo leía siempre, porque nunca sabía lo que iba a leer: jamás resultó previsible. Su contundencia sólo era comparable a su independencia absoluta, llevada a menudo hasta la manía. En cierta ocasión, me dijo que renunciaba a escribir acerca de uno de sus autores españoles favoritos, porque él mismo lo había invitado a dar una conferencia en la Universidad de Salamanca, y el hecho de que se pudiera interpretar, desde entonces, que eran amigos le impedía seguir opinando sobre su trabajo. Según ese criterio -le dije- no podría imprimirse en el mundo el noventa y nueve por ciento de lo que se imprime, en cualquier ámbito. Ricardo Senabre cumplió con su palabra y no volvió a escribir reseñas sobre ese novelista, para mi perpleja admiración. Todos deseábamos un elogio suyo, porque sabíamos que provenía de la máxima exigencia artística. Era sólo, sí, una opinión; pero algunas opiniones significan bastante más que el simple acto de opinar. Con su inteligencia y puntillismo, Ricardo Senabre hacía que las reseñas de periódico fuesen crítica literaria.

Fuente: El Cultural

Probablemente, a su pesar, se convirtieron en dos trágicos mitos de aquella España cuya carne milenaria se sajaba en las trincheras del cierzo y del levante, del olivo y el almendro, de la mina y la almadraba. Vistieron camisas azules. La del político, bordada en rojo ayer; la del poeta, teñida de Lope y de Calderón, llevada a trancas y barrancas en aquella barraca que movió los hilos del teatro en las aldeas y los pueblos. Soñaron con una España para todos, sin los de arriba y los de abajo. El político se iba de la boca y hablaba de puños y pistolas en el teatro María Guerrero; el poeta tocaba el piano para La Argentinita y pasaba las noches frente al Generalife, bajo aquella luna con polisón de nardos. El tsunami dantesco de la Guerra Civil se los llevó por delante, algo que los dos habían intuido y hasta profetizado. Sus camisas azules se tiñeron de sangre: la del caballero fascista en Alicante, la del poeta iluminado en su Granada de boabdiles y de cármenes. Pero por encima de todo, durante aquellos terribles años fratricidas, estuvo la amistad más que peligrosa entre el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y la del poeta Federico García Lorca, camborio de los endecasílabos.
Su amistad Porque sí, pese a quien pese (y setenta años después sigue pesando), los dos mitos, probablemente a su pesar, fueron amigos, como demuestra Jesús Cotta (Málaga, 1967) en Rosas de Plomo con el que ha obtenido recientemente el Premio de Biografía de la editorial Stella Maris. «La guerra nos llevó –cuenta Cotta– a contemplar todo desde el punto de vista ideológico, y en el libro he intentado contemplar las cosas desde el punto de vista de las personas. José Antonio y Lorca son mitos ideológicos de los dos bandos. En ese sentido su amistad debía ser algo imposible, eran ideológicamente un dúo imposible. Si te acercas sin ser mitos sí entiendes esa amistad». Guapos, de buena familia (José Antonio, hijo de un dictador; Federico de una familia burguesa). Hombretón ibérico el primero, homosexual declarado el segundo, comenta Cotta que el líder fascista «era alguien valiente, guapo, elegante, muy culto, gran conocedor de la poesía, como se ve reflejado en el himno de la Falange, el Cara al Sol, que fue hecho por grandes poetas». Para el historiador, «el fascismo de José Antonio era más bien moral que político. Había visto que la derecha no estaba cerca de los intelectuales, ni de las clases desfavorecidas, y quería arreglar eso. De ahí, su gran interés por la literatura y su pasión por el trabajo de La Barraca de Lorca: “Quiero ese teatro español para los españoles”, y por eso el color azul del mono obrero de la Falange, por eso su bandera era roja y negra como la de los anarquistas de la CNT».
Rebelde con causas Y al otro lado Lorca, el defensor de los desfavorecidos, de los gitanos, el rebelde con unas cuantas causas. «Realmente –continúa Cotta–, creo que fueron dos incomprendidos. Lorca siempre decía, verás cómo me matan antes que a ti. Todos los amigos le decían “estarás más seguro en Madrid que en Granada”. Él lo que quería era pasar por su casa y ver a su padre, y luego salir de gira por México con la actrizMargarita Xirgu. Los dos tenían un presagio y una premonición de su muerte. Lorca siempre pensó en la muerte y Primo de Rivera también pensaba en la muerte, porque “eso era lo que tenía que hacer por España un caballero como él”». Ya se ha dicho, pese a quien pese, los dos querían una España mejor y para todos: «José Antonio decía, “con mi azul y tu azul, el color de los miembros de La Barraca, haremos una España mejor”. Los dos coinciden en su defensa de la cultura española en sus valores espirituales y religiosos, cada uno a su manera». El historiador subraya que «los dos se abrazaban de buena fe. Al falangista, Franco lo virginalizó y así consiguió desactivarlo políticamente, y Lorca decía que él estaba en el partido de los libros. Los dos fueron utilizados por los dos bandos, pero no estamos ante el poeta rojo y el ogro fascista. Su amistad era lógica, no ideológica, sólo desde el punto de vista ideológico no podemos entender su amistad».
Gran poeta Una amistad que cuanto más se acercaba el 18 de julio se volvía más y más peligrosa. «Era –como resalta Cotta– una amistad secreta que se les iba de las manos. José Antonio temía a la derecha reaccionaria y Lorca, con respecto a la izquierda, decía, “si se enteran, si se enteran”, porque él no se casaba con nadie, hasta estaba asustado de su íntimo amigo Rafael Alberti, del que decía, “fue un gran poeta hasta que volvió de Rusia”. Lorca tuvo muchos amigos que murieron en los dos lados». Y el poeta lo concretó a su manera: «Teniendo amigos en todas partes no habría guerra. A ti, que eres fascista, te recibo con el saludo romano; a ti, que eres de izquierdas, con el puño en alto; pero yo quiero saludar a todos los españoles como amigos con los brazos abiertos».

Fuente: ABC

¿Se puede liderar una revolución mundial desde una granja extremeña? Vamos a por la respuesta, escépticos... Hay entre las nubes una realidad dibujada, tan bella que parece artificial. En la tierra sucede lo mismo, una dehesa tan perfecta que uno desconfía. Los gansos, al paso de la ranchera, graznan. Aletean, vuelan y sueltan su grito, tan intenso como cotidiano. Su modo de decir, quizá, que hay intrusos. Ellos tampoco se fían. Nuestra llegada interrumpe su habitual tranquilidad. La paz de un territorio de un millar de aves que viven en libertad. Eduardo Sousa comienza a gritarles. "¡Hola bonita!". "¡Bonita, bonita!". Y las ocas se acercan, con pasos arrítmicos, a por los granos de maíz que lleva el hijo del granjero. Sousa es de esos hombres que forman parte de un cambio global en silencio. Desde su pequeña finca en Pallares, una pedanía de 400 habitantes. Y con un alimento como el foie gras, un delicioso producto denostado por las múltiples acusaciones de maltrato animal por culpa del gavage o alimentación forzada. Eduardo ha conseguido con amor, libertad y respetando la naturaleza del ganso el mejor foie del mundo. Y el más ético, lo que se supone constituye su gran aporte. Pero, ¿hay tanta belleza detrás como parece? ¿O hay una puerta negra donde a los bichos se les trata peor o igual que en otras granjas-factorías? Al llegar a la puerta de la casa de Eduardo, un perro mestizo color naranja y blanco salta de alegría una valla de un metro de altura. Va a por Sousa que le hace cariños. El canido no para de dar vueltas a su alrededor. Dentro de su casa, al lado de la chimenea está el libro firmado de Dan Barber, un chef norteamericano que ha convertido a Sousa en una celebridad. Barber, considerado uno de los mejores cocineros de EEUU y una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time, escribe: "Gracias Eduardo, sin ti este libro no hubiera sido posible". Su título, The third plate: field notes on the future of food [el tercer plato: notas de campo sobre el futuro de la comida]. Es uno de los libros eje de la gastroecología -cuidar el medio ambiente consumiendo productos alimenticios respetuosos con la naturaleza- recientemente publicado en Europa, en Reino Unido. "Recuerdo cuando me vino a visitar Dan Barber. Lo recibí como a ti. No se creía lo que veía. Estaba asombrado por la felicidad de los gansos", afirma Eduardo, que a cada minuto devuelve una sonrisa y una frase de agradecimiento por estar aquí. Barber, uno de los cocineros favoritos de Barack Obama, le llevó a comer junto con el presidente norteamericano. "Estábamos con él, al lado, y Dan le dio a probar mi foie gras". Y el agricultor fue testigo directo de cómo Obama degustaba su creación. La de él y su mujer Jacinta, quien se encarga de envasar y dar su toque mágico al foie. Barber se convirtió a la religión de los Sousa apenas le conoció. "Fui a España hace unos meses y probé el mejor foie gras de mi vida. ¡Viví la mejor experiencia culinaria de mi vida! ¡Estoy convencido de que es el futuro de la cocina! Ridículo, ¿no? Foie gras y futuro de la cocina...", asegura el chef. Pero así lo ha defendido en foros internacionales. Y el mensaje ha calado. Sousa tiene toda su producción de los próximos dos años vendida, un récord que pocos alimentos españoles pueden presumir. "¡Hay quien llega a revenderlo por 1.000 euros! ¡Es una locura!", dice Eduardo. Suena al récord de reservas de El Bulli. Eduardo tiene su propia crítica a los chefs y grandes superficies españolas. Antes de que Barber se fijara en él, deambulaba pidiendo atención: "Me decían que cómo iban a comprar foie extremeño, que tenían a los mejores de Francia. Ahora todos le tocan su puerta, pero el no puede satisfacerlos. "Les puedo vender cinco o seis botes, no más". El viento sopla intenso y los gansos luchan con sus alas para acercarse. -Los productores franceses dicen que no es foie gras... -Lo es. Yo lo consigo respetando a la naturaleza. Ellos lo consiguen sobrealimentando a los gansos y patos con su gavage [se hace que coman kilos y kilos de maíz con una suerte de embudo, haciendo crecer sus hígados hasta los dos kilos; con el método de Sousa llegan a entre los 400 gr y 700 gr]. -Explíquese... -Antes de invierno, los gansos comienzan a comer y comer para acumular grasa. Es un proceso natural que se asemeja al de los osos cuando hibernan. Los gansos acumulan eso en su hígado para recorrer miles de km. Aquí a ellos no se les fuerza a comer, ellos comen lo que quieren. Y están en libertad. -¿Libres?Hay vallas rodeando el recinto... -Y están electrificadas... -¿Entonces? -Pero sólo lo están por fuera para alejar a las alimañas, a sus predadores. Por dentro no lo están. Los gansos pueden irse si quieren. -¿Y se van? -No. En sus genes está buscar las condiciones propicias a la vida, a la felicidad. Cuando llegan aquí, es lo que hallan. Por eso se quedan. GOLPE AL CORAZÓN Esta dehesa es lo más cercano a un paraíso animal que uno puede imaginar: 500 hectáreas de paz. La alimentación de los gansos es lo que encuentran en la tierra, higos, bellotas, maíz y las semillas de una planta salvaje llamada altramuz, otro de los secretos de Sousa. En 2005, cuando Eduardo se presentó con los patés que su familia materna produce desde 1812 en el prestigioso Salón de la Alimentación de París, se llevó también unos pocos envases de su foie, casi por casualidad. Los críticos quedaron asombrados por la calidad de sus productos. Ante el éxito, con modestia, les hizo probar su foie. La percepción unánime fue que era una delicia. Que al año siguiente se presentara a concurso. Lo hizo. Compitió contra lo más selecto de lo selecto. Y ganó el premio coup de coeur al mejor foie. El equivalente a ganar el oro olímpico de la gastronomía. El nombre traducido del galardón es elocuente, algo así como "golpe al corazón". Justo lo que representaba para una industria multimillonaria. Poco se sabía de la historia del vencedor. Sólo que una empresita llamada La Patería de Sousa había derrotado a la industria gala. Le acusaron primero de "comprar a los jueces". Después, de que su foie gras no era foie gras. ¿Por qué? "Porque no hacíamos gavage. Y eso no lo entendían, o no querían hacerlo". Para ellos, sin esa alimentación forzada, brutal y cruel [como ya ha denunciado Crónica], es imposible crear un buen foie. La alimentación forzada de animales está prohibida en Alemania, Argentina, Austria, República Checa, EEUU, Dinamarca, Finlandia, Holanda, India, Irlanda, Israel , Italia, Luxemburgo. Noruega, Polonia, Reino Unido, Suecia, Suiza, Turquía... Eduardo Sousa muestra tarros de su foie gastroecológico. JESÚS MORON El triunfo de Eduardo apenas fue citado por la prensa española. En Francia se montó un revuelo y se pidió que le retiraran el premio. Lo sucedido llegó a los oídos de Barber, quien cambiaría la vida de Sousa. Y Sousa la de Barber. "Es el hombre que susurra a los gansos", dice de él Barber. Por aquello de parecer un flautista de Hamelin al que las aves se acercan embelesadas. Pero, no hay que errar, también les llama a gritos cuando es necesario. "¿De verdad alguien puede creer que Eduardo pueda pagarle a unos jueces franceses?", repite en sus multitudinarias conferencias el neoyorquino ante las carcajadas de sus oyentes. Lo hace con una foto similar a la que ilustra estas páginas... Si uno no es testigo de lo que viven resultaría muy complejo creer que los gansos viven así. Incluso sus vecinos extremeños desconfían. "No hemos visto a los gansos", llegan a decir. Pero están y graznan por doquier. Crónica da fe. En las mismas dehesas donde se crían los más selectos cerdos de bellota. Hay otra cosa que tuvo que vencer Eduardo: el color. Se considera que mientras más amarillo sea el hígado es mejor. Pero sin darle toneladas de maíz a sus gansos, el color era más bien grisáceo. El buen Sousa descubrió el altramuz, de intenso color amarillo. Aprendió que a sus aves les encanta el sabor de sus semillas y que éstas tiñen a sus hígados de un tono oro fabuloso. ¿Por qué se sienten amenazados los franceses? "Hay un volumen de negocio de casi 2.000 millones de euros", según la Federación Europea de Foie Gras. Y más del 75% de la producción total es de ese país. Un método como el de Eduardo pone en riesgo sus ventas y su sistema de producción. «Por eso, intentan criminalizar mi trabajo», dice. Sousa quiere ir más allá. Pretende que otros muchos copien su método. "Yo ya no puedo producir más y hay mercado para todos". Su producción se limita a 500 kilogramos, que implican medio millón de euros de facturación anual. "Si nos unieramos podríamos, pero siempre manteniendo las condiciones de vida de las ocas". Los estudios necesarios los realizarán expertos de la Universidad de Copenhague y una universidad de Madrid. Ante la indiferencia de las autoridades e instituciones extremeñas, Sousa acudió a pedir ayuda a su país natal. Él tiene madre española y padre danés. A pesar de su fuerte acento de Badajoz y su oscurísimo pelo, nació en Dinamarca, de donde es su padre, Peter Holm. Usa el apellido materno primero como es costumbre allí. Eduardo comenzó como técnico especialista en laboratorio químico en Extremadura, mas se cansó y decidió volver al negocio familiar. A la naturaleza. Hoy, tras las denuncias y prohibiciones que hay en todo el mundo al foie, su alternativa surge como una luz. Barber define así la revolución que implica su método: "Es sólo escuchar las instrucciones de funcionamiento de la naturaleza". Defiende que no sólo es la alternativa "más ecológica... También es la mas ética y, además, la más deliciosa". Parece parafrasear a Tolstoi, autor de La camisa del hombre feliz: "El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace". Y eso hacen Eduardo, Jacinta y sus dos hijos. Pretende revolucionar hasta la manera del sacrificio. "Busco que se vayan como si estuvieran en un sueño. Practicamos la técnica del encandilamiento [deslumbrarlos con una luz intensa que, a decir suyo, los hipnotiza]". -¿A qué le atribuye que sea el mejor foie del mundo? -Al amor.

Fuente: El Mundo

Nadie representó mejor la «Generación perdida» (Lost Generation) que el poeta, músico y ensayista Ezra Pound. Y tampoco ninguno de sus integrantes fue denostado y olvidado a tantos niveles como él. La razón estuvo en su ferviente devoción por el régimen fascista de Benito Mussolini. Pound puso su desbordante talento en manos de los instrumentos propagandísticos de «El Duce» durante la guerra. Terminado el conflicto, EE.UU le juzgó por traición, y solo por la intermediación de diferentes figuras del mundo de la cultura, entre ellos Hemingway, consiguió evitar la pena de muerte al declararse demente. Fue el último favor que le haría el mundo de la cultura, que puso en cuarentena sus obras hasta hace pocos años. Se dice que el trágico nombre de la «Generación perdida» procede de una conversación entre la poetisa Gertrude Stein y Ernest Hemingway, que tituló las consecuencias que la guerra estaba provocando en una de las generaciones literarias más brillantes del siglo XX: «Eres una generación perdida», afirmó Stein. Ciertamente, la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión y la II Guerra Mundial abrieron en canal la vida y obra de un grupo literario hostigado por las desgracias. Así, William Faulkner fue piloto de la RAF durante la Primera Guerra Mundial, Ernest Hemingway y John Dos Passos fueron conductores de ambulancia, y Francis Scott Fitzgerald estuvo alistado en el Ejército americano, aunque no llegó a entrar en combate. La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial zarandearon aún más el espíritu de este grupo, que se refugió en el alcoholismo, la depresión y la tragedia.
Desde su etapa estudiantil, el poeta mostró un comportamiento excéntrico y un gran talento
La vida de Ezra Pound también fue víctima mortal de los acontecimientos históricos. Nacido el 30 de octubre de 1885, en Hailey, Idaho (Estados Unidos), Pound se trasladó muy joven a Nueva York. Tras graduarse por la Universidad de Pensilvania en lenguas románicas, el poeta viajó a Londres en 1908 para trabajar como corresponsal en distintas publicaciones de EE.UU. Ya desde su etapa estudiantil, dio muestra de un comportamiento excéntrico y un excepcional talento. Su obra –muy influenciada por la literatura medieval y la filosofía ocultista y mística neo-romántica– abogaba por recuperar la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna y conceptual. Además, hizo grandes esfuerzos para llevar la poesía provenzal y china al público de habla inglesa.
Amigo y descubridor de poetas Durante su estancia en Londres, Pound se casó con la novelista Dorothy Shakespear y se hizo amigo de W.B. Yeats, al que consideraba el mejor poeta vivo y para el que trabajó como secretario. Por aquel entonces también se granjeó la amistad de T. S. Eliot, y editó su obra «La tierra baldía». No en vano, fue con su traslado a París, tras la Primera Guerra Mundial, cuando se sumergió en las corrientes de vanguardia. Se hizo amigo de Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Fernand Léger y otras figuras del dadá y del surrealismo. Asimismo, mantuvo contactos con el círculo literario de exiliados estadounidenses que permanecía en Francia, entre los que se encontraban Gertrude Stein y Ernest Hemingway.
«Les presta dinero. Vende sus cuadros. Les organiza conciertos»
«Pound dedica una quinta parte de su tiempo a su poesía y emplea el resto en tratar de mejorar la suerte de sus amigos. Los defiende cuando son atacados, hace que las revistas publiquen obras suyas y los saca de la cárcel. Les presta dinero. Vende sus cuadros. Les organiza conciertos. Escribe artículos sobre ellos. Les presenta a mujeres ricas. Hace que los editores acepten sus libros. Los acompaña toda la noche cuando aseguran que se están muriendo y firma como testigo sus testamentos. Les adelanta los gastos del hospital y los disuade de suicidarse. Y al final algunos de ellos se contienen para no acuchillarse a la primera oportunidad», escribió Hemingway en 1925 sobre el efecto contradictorio que causaba su amigo. Con un sexto sentido para distinguir el talento, Pound se volcó en ayudar a los amigos literatos que necesitaban un impulso económico. Entre sus gestas, el poeta respaldó a T. S. Eliot, D. H. Lawrence, Robert Frost, John Doss Passos y al propio Ernest Hemingway. En el caso de James Joyce, el americano fue crucial para que se publicara «El Ulises», y anteriormente había hecho lo mismo con «Retrato de artista adolescente» en la revista americana «The Egoist». Precisamente a razón de su carácter generoso y abierto –que nunca obedeció a prejuicios económicos, raciales o religiosos para elegir a sus amistades– sorprende enormemente el giro que dio a su vida en 1924. Establecido en Rapallo (Italia), Pound abrazó el antisemitismo y se convirtió en un fervoroso seguidor de Mussolini. Manifestó públicamente su admiración por el dictador italiano, por Hitler y alabó el talento estratégico de Stalin, mientras que consideraba que Churchill y, sobre todo, Roosevelt, eran responsables de todos los males de la sociedad moderna. Bien es cierto que su afiliación al fascismo estaba vinculada a su oposición al sistema capitalista, y no estrictamente a temas raciales. Paradójicamente, poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, regresó a Estados Unidos y consideró quedarse para evitar el dilema que iba a acabar con su reputación.
De ser la voz del fascismo, a un falso loco Entre 1941 a 1943, se alzó como la voz radiofónica de la propaganda fascista. Además de prestar su talento a la prensa y radio, Pound participó intensamente en las actividades culturales que desarrolló el régimen. Con el final de la guerra y la caída de Mussolini, el poeta, de 60 años, fue encarcelado en un campo de prisioneros en Pisa, donde era fácil distinguirlo por su melena pelirroja y su inseparable libro de Confucio, acompañado de un diccionario chino. Trasladado a Washington, fue acusado de traicionar e injuriar a EE.UU. En este sentido, el novelista Justo Navarro abordó en 2011 su actuación durante la guerra en «El espía» (Anagrama). En esta obra de ficción, el autor vertebra la historia en torno a la certeza de que algunos funcionarios de la Italia fascista sospechaban que Pound utilizaba sus discursos radiofónicos para enviar mensajes cifrados a los aliados. A su vez, el relato se detiene en la admiración de uno de los fundadores de la CIA, James J. Angleton, por el poeta. El mismo agente que fue destinado a Italia para poner orden en la red de espías. Este nexo sirve a Navarro para plantear la hipótesis de que Pound pudo ser un agente doble.
La historia de Ezra Pound, el poeta de EE.UU. que traicionó a su país por Mussolini
ABC
Fotografía del poeta en sus años finales Sea como fuere –y nunca se ha podido demostrar que fuera un agente doble—, Pound fue acusado de traición a su país, un delito que estaba castigado con la pena de muerte. Sin embargo, la comunidad literaria, que tanto le debían, se prestaron a testificar que había dado ya muestras de ser un demente en Londres y en París. El juez asumió estos testimonios, que formaban parte de la estrategia del poeta, y lo salvó de morir fusilado a cambio de pasar 12 años encerrado en un manicomio. En 1958, otro juez volvió a declararle loco, pero le concedió la libertad al estimar que era un anciano inofensivo. Ese mismo año volvió a Italia, donde hizo el saludo fascista nada más pisar tierra. Murió en Venecia a los 87 años acompañado de su hija. Aunque prosiguió con su carrera literaria, Pound –que conocía ampliamente la obra de Lope de Vega y de todo el Siglo de Oro español– estimaba que su trabajo ya no se valoraba por criterios artísticos, sino por el sambenito del antisemitismo.

Fuente: ABC

La exposición sobre el conquistador que se puede ver en Madrid muestra cómo fue la colonización y la mezcla de culturas de la que sale un nuevo mundo
Martín Almagro Gorbea Catedrático de Historia y comisario de la exposición ‘Itinerarios de Hernán Cortés’ El Club Senior de Extremadura, Caja Badajoz, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz y el diario HOY han organizado una conferencia sobre ‘Hernán Cortés, un legado para el siglo XXI’, a cargo de Martín Almagro Gorbea, catedrático de Historia de la Universidad Complutense, académico de la Real Academia de la Historia y comisario de la exposición ‘Itinerarios de Hernán Cortés’, que puede visitarse en la sala de exposiciones del Centro Cultural Arte Canal de Madrid hasta el día 3 de mayo. Esta es la primera charla en la que colabora el Club Senior de Extremadura, que tiene previsto convertirse en asociación cultural y organizará distintas actividades culturales. CONFERENCIA
Conferenciante. Martín Almagro Gorbea. Título. ‘Hernán Cortés, una legado para el siglo XXI’. Fecha y lugar. Jueves, día 19 de febrero, a las 20.00 horas en salón de actos de la Real Sociedad Extremeña de Amigos del País de Badajoz. ‘Hernán Cortés, un legado para el siglo XXI’ es el título de su conferencia. ¿Cuál ha sido el legado de uno de los extremeños más relevantes de la historia?
Hernán Cortés es la figura histórica que representa la unión del Viejo y Nuevo Mundo. Desde ese punto de vista, a lo mejor sólo se le puede parangonar en cierto sentido Alejandro Magno, porque nunca en la historia de la Humanidad ha habido un hecho tan determinante, y la persona que lleva a cabo lo que llamamos la conquista, que en el fondo es el inicio de un proceso de colonización, de simbiosis cultural que ha dado lugar al México actual, es Hernán Cortés. «Hernán Cortés llevó a cabo el inicio de un proceso de colonización, de simbiosis cultural, que ha dado lugar al México actual»«Salido de una pequeña villa, con 400 soldados de fortuna, fue capaz de conquistar el imperio más grande de América»«Para un extremeño ir a ver la espada de Hernán Cortés es algo que le producirá emoción»
Es la primera exposición que se ha organizado sobre Hernán Cortés. ¿Por qué hasta ahora no se había hecho? ¿Es por lo controvertido de su figura?
Evidentemente. Hay en España mucho complejo histórico. En otros países, Hernán Cortés por su propia grandeza focalizó todas las visiones negativas de la leyenda negra. Son hechos históricos que todo el mundo conoce, y esos hechos convertidos en tópicos han continuado. De ahí viene en gran medida la visión negativa que mucha gente tiene de Hernán Cortés, como otros tienen una visión totalmente heroica de él. Tenía cosas de bueno y de malo, como el propio Alejandro Magno, pero por lo que pasa a la historia no es por lo que fuera de santo ni de diablo, sino por el papel fundamental que ha jugado en la historia de la Humanidad. ¿En la exposición se hace referencia a la leyenda negra del conquistador, propiciada sobre todo por fray Bartolomé de las Casas?
También hemos hecho referencia a la leyenda negra del conquistador, pero no extensamente porque no va de eso, sobre todo la leyenda negra de la colonización española, es un hecho histórico esa leyenda, y también es cierto que la conquista tenía un aspecto positivo y otro negativo, eso no se debe negar. Es lógico como en toda actividad humana, ahora los resultados son enormemente más impresionantes. Hubo leyenda negra, pero también hubo en México una imprenta en 1536 y una universidad en 1551, eso no se puede comparar con ninguna otra colonización del mundo, ni siquiera con la romana por motivos lógicos. ¿Cómo surgió la idea de hacer esta exposición? ¿Qué objetivos se plantearon con ella?
La exposición fue una sugerencia del Canal de Isabel II Gestión, que ya había realizado hace unos años una gran exposición sobre Alejandro Magno y su encuentro con Oriente, es decir, no focalizado en la persona, sino más bien en la huella histórica. Me plantearon por qué no hacer una sobre Hernán Cortés, que les parecía muy interesante porque además nunca se le había dedicado una exposición a un personaje tan importante, que crece y cada día llama más la atención como lo demuestra también el hecho de que ahora estén rodando una película sobre su figura. Durante cuatro años estuvimos en negociaciones con los mexicanos porque queríamos que fuese conjunto, que colaboraran la Real Academia de la Historia y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, creemos que lo merece a pesar de las trabas que podían surgir. El resultado, según todos los comentarios que oigo, es muy elogioso porque la exposición rebasa con mucho la figura biográfica de Hernán Cortés, no se queda en contar anécdotas de la vida de un hombre, que puede ser muy ejemplar e interesante, sino que trasluce lo que representa Hernán Cortés en la historia. ¿Cuáles son las piezas más destacadas de la exposición?
Hay más de 400 y hay muchos tesoros. Es muy difícil destacar algunas porque hemos pensado en todo tipo de público: español y americano, gente ilustrada y niños… Yo creo que para un extremeño ir a ver la espada del propio Hernán Cortés es algo que le producirá emoción, como la de otro coterráneo suyo también de Medellín, Gonzalo de Sandoval. Son tesoros históricos que tenemos en España y que no se conocen. También pueden ver la espada de Boabdil, el casco de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, magníficas esculturas aztecas y un montón de documentación que ayuda a entender que el hecho fundamental no es la conquista, sino la colonización, la mezcla de culturas de la que sale un nuevo mundo, que es el mundo global que estamos viviendo ahora. Yo creo que eso es la exposición de Hernán Cortés y lo que es verdaderamente Hernán Cortés en la historia, ya que no ha pasado a la historia ni siquiera por su espada, sino por ese proceso. ¿Qué significó Hernán Cortés para la civilización azteca?
Hernán Cortés destruyó la civilización azteca, pero supo asumir de la civilización azteca todo el sistema clientelar de tributos y de producción que luego han sido fundamentales para México, sabiendo juntar esos elementos a los que venían de Castilla, de Europa, y esa es su gran habilidad en el sentido político. Era un hombre de empresa, casi podríamos decir que era un tiburón en ese sentido de visión de los negocios. Algunas veces acertaba, otras fallaba, pero básicamente es un hombre que hace esa unión de dos culturas, cosa que no se ha producido por ejemplo al norte de Río Grande. Usted que ha estudiado la figura de Hernán Cortés ¿qué rasgo de su carácter destacaría?
Yo no soy un estudioso de Hernán Cortés y no pretendo presumir de lo que no soy. Soy un arqueólogo, un hombre de una visión muy amplia de la historia. Lo que he hecho es examinar a Hernán Cortés a distancia, como pueda hacer con Alejandro Magno o con cualquier figura de la historia en su contexto, y yo creo que lo que hay que destacar es su contexto: un hombre que sale de una pequeña villa extremeña como era Medellín y que con 400 soldados de fortuna es capaz de conquistar el imperio más grande que había en América, y no sólo eso, sino convertirlo en un proceso de colonización que hizo que en el siglo XVIII México fuera una de las regiones más prósperas del mundo, ya que con México sólo podían rivalizar en su época París y San Petersburgo, según cuenta Alejandro de Humboldt, que es un gran viajero y un gran conocedor, y nada partidario de España. ¿Considera que en Extremadura se le ha dado la relevancia que merece un personaje como este?
A Extremadura conquistadores no le faltan, pero evidentemente creo que esta región le debe una cosa a Hernán Cortés: reconstruir su casa en su pueblo natal, pero no se trata de construir un palacio, que no lo era, sino de hacer la casa de un hidalgo humilde o modesto y que cualquier persona del mundo pueda entender de dónde salió un personaje tan interesante. Una de las cosas que más suscita después de ver sus obras es preguntarse de dónde salió unas persona capaz de eso. Creo que habría que crear una asociación procasa de Hernán Cortés, que no es algo caro. Se trata de comprar una casita en Medellín, ambientarla en la época, que no es difícil, para conseguir que cualquier persona se haga una idea de cómo se vivía a finales del siglo XV y principios del XVI en Extremadura, que es una tierra tan bella como dura.

 

Fuente: HOY

Un volumen reúne los escritos políticos nunca antes publicados del autor del «Libro del desasosiego»
Inéditos de Pessoa muestran que arremetió contra Salazar por «insultar la inteligencia»
El dictador portugués António de Oliveira Salazar Fernando Pessoa fue acusado de colaboracionismo en los inicios de la dictadura de Salazar. Y, ciertamente, se mostró benevolente con el jefe de Estado, que recelaba de una invasión auspiciada por Franco. Pero un libro de textos inéditos demuestra ahora que tardó muy poco tiempo en fustigar al déspota y posicionarse en contra del fascismo asentado en Portugal. El historiador José Barreto ha logrado reunir en Fernando Pessoa: sobre el fascismo, la dictadura militar y Salazar una significativa colección de escritos políticos del poeta del alma lusa por excelencia. Nunca antes se habían recopilado, de modo que la iniciativa arroja luz sobre la dimensión comprometida del extraño y tímido escritor, siempre ahogado por el peso de la tan característica melancolía consustancial al país.
Ideal nacional Corría el último año de su vida, 1935, cuando salió a la luz la primera muestra de su beligerancia antisalazarista: «Él insulta a la inteligencia portuguesa», plasmó en una carta dirigida al entonces presidente de la República, Óscar Carmona. Habían transcurrido únicamente dos años de la puesta en marcha de la Constitución del Estado Novo (eufemismo del régimen para denominar su férreo dominio sobre el pueblo) y Pessoa no dudó por fin en exhibir la coherencia de su pensamiento e incluso arrepentirse de su inicial tibieza.
En noviembre se cumplen 80 años de la muerte del escritor
«Su primera posición sobre el déspota se basaba en la voluntad firme que este testimoniaba, especialmente para dotar a Portugal de un ideal nacional», declara Barreto, quien desarrolla su labor en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. La sucesión de textos que incluye el volumen atestigua que el autor del emblemático Libro del desasosiego, punto de partida para toda la literatura posterior en clave lusófona, evolucionó hacia «una dirección más clara». Y agrega: «Entre el sentir liberal y su fe ciega en el individualismo».
Sus otros nombres El investigador confirma: «Están aquí todos los escritos que me fue posible hallar, entre los numerosos inéditos del legado de Pessoa, muchos de ellos difíciles de localizar porque están firmados bajo nombres distintos». Precisamente, los heterónimos constituyeron una de sus señas de identidad. Uno de los textos más atractivos es una entrevista a un antifascista italiano, publicada en el extinto diario Sol allá por 1926. El hallazgo llega a las librerías cuando se conmemoran 80 años de la muerte de Pessoa y 100 de la fundación de la seminal revista Orpheu, impulsada por él.

Fuente: ABC

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