A dos meses de su jubilación, Antonio Ventura Díaz Díaz (Campanario, 1948) hace un repaso a su vasta trayectoria, tanto política como colaborando con asociaciones de ayuda a discapacitados. Lamenta que la Academia Europea de Yuste esté empezando a caer en el olvido cuando es un referente fuera de nuestras fronteras, así como lo poco que se valora por parte de algunas personas lo que Europa ha hecho por el desarrollo extremeño. También recuerda su paso por la Consejería de Cultura y por la Vicepresidencia de la Junta. A partir de ahora se volcará en ayudar a las personas con síndrome de Down, que conoce perfectamente por tener una hija con esta discapacidad.
--¿Qué ha supuesto la Academia Europea de Yuste?
--Poner en valor uno de los monumentos históricos más importantes de Europa, a la vez que colocar el mapa de Extremadura en España y en toda Europa. Cuando comencé a trabajar en este proyecto no creí que podía llegar a ser el resorte que ha llegado a ser para darnos a conocer y para abrirnos las puertas de Bruselas en lo que se refiere a las instituciones, la Comisión Europea o al Parlamento. Ha sido una tarjeta de presentación muy importante. Y además con camino de ida y vuelta, dada la cantidad de personajes ilustres que han pasado por Yuste, desde Gorbachov a Javier Solana, pasando por Jacques Delors, etc. Ha sido un trabajo muy comprometido con la imagen de Extremadura y con su proyección. Y eso solo se puede hacer desde un enclave del nivel y la significación del Monasterio de Yuste.
--¿No cree que se le ha dado más importancia a la fundación fuera que dentro de Extremadura?
--La fundación es más reconocida y valorada en Europa que en nuestra región. Incluso en algunos sectores de España más que en la propia Extremadura.
--¿Es que somos poco europeístas?
--Tiene que ver con la priorización de los proyectos y en este caso con lo que es gobernar Extremadura. La fundación ha servido de resorte en momentos puntuales para el desarrollo de determinadas actividades, pero podía haber servido de resorte para un montón de actividades mucho más grandes desde el punto de vista cuantitativo y sobre todo cualitativo. Pero por las razones que fuere, no es un proyecto prioritario.
--¿No cree que en los últimos tiempos está imperando el euroescepticismo?
--Esto tiene que ver mucho con los grupos políticos y el mayor o menor prejuicio de determinadas políticas; de abrir o cerrar fronteras; de cómo se considera la inmigración. Y también es cierto que todo lo que tiene que ver con la crisis hace que haya ese euroescepticismo al que aludía. Pero creo que nos rendiremos a la evidencia. Delors afirma que en hacer una Europa grande y unida nos va la pervivencia de nosotros mismos. Después de dos guerras mundiales, un holocausto, etc. se forjó un proyecto europeo en un clima de paz, para que no hubiera la mínima posibilidad de que haya una tercera guerra mundial. Ese objetivo hay que seguir manteniéndolo y entre todos debemos marcar contrapuntos a lo que está ocurriendo en estos momentos. Alemania tiene que abrir sus políticas para que los países del sur logren superar este trance.
--¿Se imagina a Extremadura fuera de Europa?
--No me la imagino. Le voy a dar un dato curioso. No sé cuántas veces más lo que significó el Plan Marshall en Europa han significado las ayudas europeas para Extremadura. Todo lo que tiene que ver con los niveles de renta, de desarrollo, de infraestructuras que tenemos hoy en la región tienen que ver en un porcentaje altísimo con esas ayudas. Extremadura sin Europa, estaría hoy por hoy en una situación muchísimo más negativa de la que podemos estar. También habría que decir que la visión que hemos sido capaces de desarrollar en Extremadura en relación a las políticas del medioambiente superan con creces todo lo que tiene que ver con la sostenibilidad de Extremadura. Lo que ha ocurrido con el proyecto de la refinería; o lo que está ocurriendo con determinados proyectos de desarrollo de promoción turística; que queden al pairo permanentemente por políticas medioambientalistas (porque una cosa es la defensa del medioambiente, de la que soy claro defensor, y otra que te nieguen la mayor), ya que de eso depende la sostenibilidad de la región en su conjunto. Ahí algo está fallando.
--Ponga algún ejemplo de lo que se ha hecho mal.
--Cuando en Portugal todos los embalses sirven para el desarrollo turístico, no podemos permitir que aquí en Extremadura los embalses no sean infraestructuras turísticas. No puede ocurrir lo que sucede en Valdecañas. Tenemos que luchar por nuestro medioambiente, pero al mismo tiempo instrumentalizarlo para que la región tenga ahí un resorte que le sirva de base para su propio desarrollo. Creo, además, que a Extremadura tienen que venirse todos los que se fueron y poder incardinar su vida aquí. La región debe ofrecer alternativas de trabajo y desarrollo para todos los extremeños vivan donde vivan. Ya está bien de que haya gente que considere a Extremadura solo como una reserva natural sin marcar contrapunto con ningún tipo de proyectos importantes que propicien el desarrollo económico, social, cultural, educativo, etc. Algo está fallando y habrá que solucionarlo. Por qué, con la cantidad de terreno que tenemos, no se permite la construcción de una segunda vivienda en algunas zonas --y que normalmente respetan la arquitectura popular--, porque todo lo que tiene que ver con la ley de protección medioambiental lo prohíbe. Eso requiere otro tratamiento.
--Que la mayoría de los extremeños vinculen únicamente Europa con ayudas comunitarias no le desazona con el ingente trabajo que ustedes llevan años haciendo desde la academia.
--Me duele y es sintomático de una aptitud muy negativa. Tenemos que ser conscientes de que como ciudadanos debemos sentirnos corresponsables e identificados con nuestro territorio más inmediato, pero al mismo nivel y con la misma exigencia tenemos que sentirnos identificados con Europa, que es el que nos abre todos los horizontes para desarrollar nuestras expectativas de vida, de investigación; desde el punto de vista universitario, cultural, encuentro de diferentes culturales. En definitiva, de no vernos ahogados en un territorio pequeño del que no salimos nunca y donde exclusivamente estamos bebiendo todos los días de los vicios y lastres que nosotros mismos creamos en nuestra convivencia pacata y pequeña. Es la diferencia que hay entre un estudiante extremeño que antes iba a estudiar a Salamanca o Madrid y los de ahora, que además de todo eso puede estudiar de Erasmus en cualquier universidad de Europa. Eso es una visión auténticamente revolucionaria, porque ese estudiante se sentirá identificado como extremeño, como español y también como europeo. Debemos tener una actitud de gratitud a esas políticas europeas que han hecho posible que tengamos una calidad de vida que de otra manera no hubiéramos tenido. De bien nacidos es ser agradecidos.
--Usted está muy involucrado con la Asociación Síndrome de Down por cuestiones familiares.
--Y voy a seguir estándolo. Voy a dedicarme al desarrollo de los proyectos que tienen que ver con la búsqueda de alternativas para las personas con discapacidad intelectual, y
particularmente para las que tienen síndrome de Down. Estamos preparando un gran congreso iberoamericano en Monterrey, en México. Ahí se van a desarrollar programas de cooperación entre distintos países, con expertos especialmente de España, en el que debemos conseguir que nuestro país sea paradigma de desarrollo de políticas de intervención en las personas con discapacidad intelectual y 'exportar' la fórmula a otros países donde no ha sido posible. Con esa ilusión está organizando este congreso la Federación Iberoamericana de Síndrome de Down, de la que yo soy actualmente el secretario general.
--¿Qué experiencias podemos exportar?
--Extremadura ha llevado a cabo diversos programas de intervención, como por ejemplo el de 'empleo con apoyo', situando a chicos síndrome de Down de ujieres en la Asamblea de Extremadura. Pretendemos que todas esas iniciativas no sean flor de un día; que no haya que recurrir por mor de la crisis a los talleres ocupacionales, que no sirven prácticamente para nada; solo para tener a los chicos recluidos, no para desarrollar sus potencialidades, sus virtudes o su creatividad.
--¿Cómo es el día a día con una hija con síndrome de Down?
--Te cambia la vida en positivo. Una experiencia de esas características te propicia una motivación de una mayor calidad humana. Te hace ver la realidad con otro prisma porque te da un personaje con un perfil muy rico en lo que tiene que ver con su comportamiento, con su afectividad, con su ternura; unos valores a los que a lo mejor hoy en día no le damos mucha importancia, como es estar pendiente permanentemente del estado de ánimo. En casa no se puede estar triste, porque enseguida vendrá mi hija Elvira y preguntará qué pasa. Tenemos un compromiso vital de verla feliz y de que tenga de todo. Tiene sus compensaciones desde el lado humano.
--Echando la vista atrás y analizando su dilatada vida política, ¿de qué se siente más orgullo y qué no volvería a hacer si pudiera?
--De lo que más orgulloso me siento es de que Extremadura pudiera tener voz propia y haber logrado que adquiera sentimiento de identidad, de pertenencia a nuestra tierra; en definitiva, de identificación con la historia y con los problemas de nuestra región. Es un orgullo recordar los Días de Extremadura, cuando veníamos de un desierto identitario, con una profunda división entre Cáceres y Badajoz, que día a día se retroalimentaba y de la que mucha culpa teníamos los políticos. También hay dos proyectos de los que me siento especialmente orgulloso de haber sacado adelante con mi equipo al frente de la Consejería de Cultura: lograr que Guadalupe y Mérida fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad. En la parte negativa, podríamos haber proyectado una actitud de sectarismo político, lo que nunca fue mi intención, aunque formas parte de una gran maquinaria de la que eres un miembro más y no controlas totalmente. Uno de los lastres que nos invade en el conjunto de España, pero de una manera más particular en nuestra región, es el sectarismo político, lo cual no es bueno.
--También llevó todo el peso del pabellón extremeño en la Expo de Sevilla de 1992.
--No quisiera nunca participar en un proyecto nacional que tuvo un principio, desarrollo y fin como el de la Expo. Estuvo muy mal planteado. Debía haber sido un proyecto para Sevilla, para España y para Extremadura, que no hubiera terminado nunca. En vez de tirar nuestro pabellón, podían haberlo colocado en algún punto de la autovía que atraviesa la región y convertirlo, por ejemplo, en una gran oficina de promoción turística. Pero no tuvieron ningún escrúpulo en tirar los pabellones.
Fuente: JOSE LUIS GUERRA 05/05/2013 El Periódico Extremadura