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Arturo Barea se exilió en Inglaterra en 1939, cuando la II República fue derrotada, y lo hizo llevando debajo del brazo el primer tomo de «La forja de un rebelde». Ahora el escritor se vuelve a asomar a Madrid con «Arturo Barea. La ventana inglesa», que reúne toda su obra literaria.

El escritor dedicó su producción en el exilio, exceptuando dos cuentos, a España, donde no está tan «reconocido», y con esta exposición el Instituto Cervantes reúne desde su máquina de escribir original hasta la única grabación que se conserva de su voz, pasando por sus cartas y revistas.

«Siempre me costó entender por qué Barea estaba mejor reconocido en su país de exilio que en su propio país», ha asegurado hoy en la presentación de la muestra el escritor británico William Chislett, comisario de «Arturo Barea. La ventana inglesa» e impulsor de diferentes iniciativas para homenajear en el Reino Unido a este autor.

 

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En el periplo para poner en valor la figura de Barea le ha acompañado el también escritor Antonio Muñoz Molina, presente hoy en un acto en el que ha explicado que, para él, esta exposición tiene que ver con el «proceso de reconstitución de la cultura democrática», en el que «sigue habiendo grandes huecos en blanco».

«La cultura democrática del siglo XX quedó fracturada por la guerra y muy dañada por la duración de la posguerra y de la dictadura, que hizo que mucha gente desapareciera. Y una vez que llegó la democracia, la memoria de esa cultura fue recuperada de manera muy parcial, con bastante desgana y sin ningún método», ha afirmado.

Una posición «rara» en la historia de la literatura
Barea, que falleció en el condado de Oxford en 1957, «nunca perteneció al mundo literario en España» antes de huir al exilio, ha recalcado Muñoz Molina, y ha añadido que el escritor «tiene una posición rara entre la historia y la literatura».

«También ha tenido una posición rara dentro de la cultura canónica del antifranquismo o de la resistencia, porque no es un escritor que se ajuste a las ortodoxias que se exigieron mucho al principio de la Transición y que han vuelto a exigirse el último año», ha opinado el escritor.

Barea fue «en parte víctima», ha continuado Muñoz Molina, «por no caber dentro del sectarismo, lógico por una parte, de la cultura antifranquista» y después «pasó el tiempo y pareció que la serenidad daría lugar a un mayor conocimiento de matices, pero paradójicamente ha dado lugar a menos».

«Creo que Barea sigue siendo raro e incómodo, y a mí eso me parece un mérito», ha concluido Muñoz Molina sobre el protagonista de esta exposición y autor de la trilogía «La forja de un rebelde» −«La forja», sobre su infancia en Madrid; «La ruta», una crónica de la guerra de Marruecos, y «La llama», en la Guerra Civil−, saga que Mario Camus adaptó como serie de televisión en 1990.

«Insuficientemente reconocido en España»
«Arturo Barea. La ventana inglesa» recupera y reivindica la figura de un autor «insuficientemente conocido en España» no solo por ese exilio en el que vivió hasta su muerte, sino por el hecho de que todas sus obras, excepto la primera, «Valor y miedo» (1938), se publicaron primero en inglés.

Ese primer libro abre la muestra, organizada con el patrocinio de Fundación Iberdrola, donde también se encuentran los estudios que el escritor de origen pacense (1897-1957) hizo sobre García Lorca o Miguel de Unamuno, además de documentos y cartas, casi todos inéditos.

La muestra incluye, además, la única grabación que existe con la voz del intelectual que pasó por la BBC británica −no se conservan esas grabaciones porque tuvieron que destruirse por problemas de espacio−, y también pone en valor la figura de su segunda mujer, la periodista austriaca Ilsa Kulcsar.

La conoció en el edificio Telefónica de Madrid cuando, durante la Guerra Civil, trabajaba como censor de prensa extranjera en el Ministerio de Estado, y fue ella quien tradujo todos sus libros al inglés, a partir de los manuscritos en castellano de Barea.

Un mapa con los lugares del Madrid de Barea completa la exposición, que, con el proyecto Rutas Cervantes, ofrecerá una serie de visitas guiadas, a modo de paseos bibliográficos, por esos rincones del escritor en la capital, cada sábado a partir del 13 de enero.

Fuente ABC

El especialista en efectos especiales cinematográficos el extremeño Reyes Abades ha recibido, por su trabajo en las películas Oro y Zona Hostil, su vigésima nominación a los premios Goya en esta categoría, en la que el extremeño ha sido premiado en nueve ocasiones.

De ganar, Reyes Abades (Castilblanco, Badajoz) podría igualar al compositor Alberto Iglesias, la persona con más premios Goyas a título individual, que actualmente tiene en su haber 10 premios en la categoría a la mejor música original.

 Fuente ELPERIODICOEXTREMADURA

El Instituto Cervantes celebrará los 120 del nacimiento del escritor extremeñoArturo Barea con Arturo Barea. La ventana inglesa, una exposición que reunirá, "prácticamente", todas las ediciones que se han hecho de sus obras, entre las que se encuentran La forja de un rebelde.
Del 14 de diciembre al 16 de marzo de 2018, la sede madrileña del Instituto Cervantes acogerá esta muestra que reunirá 43 libros, 4 revistas, 2 artículos, 1 DVD, 3 cartas, 1 radiograma, un audio con la entrevista a Barea en Radio Córdoba (Argentina), un mapa de Madrid con los lugares relevantes de la vida de Barea y su máquina de escribir original.
Según ha informado la institución, este "Gabinete bibliográfico" dedicado Barea, de quien en este año también se cumplen los 60 años de su muerte, pretende reunir prácticamente todas las ediciones que se han hecho de sus obras.
"El hecho de que todos sus libros excepto uno aparecieran primero en inglés (traducidos por su mujer, la austríaca Ilsa Barea), y de que haya títulos del autor que a día de hoy todavía no conocen una edición española, hacen que esta muestra tenga también algo de reflexión sobre las circunstancias del exilio".
Una realidad que tuvo que vivir el escritor y que, en palabras del Cervantes, fue "dramática ante todo en lo personal pero también penosa en lo cultural, sin que la posible reparación sea todavía plena".
Barea (Badajoz, 1897- Reino Unido 1957) alcanzó el éxito con la trilogía La forja de un rebelde -escrita en Inglaterra entre 1940 y 1945- una obra que apareció en inglés y que posteriormente fue traducida al holandés, checo, polaco, finlandés, sueco, noruego, italiano y francés; y no fue hasta 1951 cuando apareció la versión española (en Argentina) y en 1977 en España.

Indudablemente, Cáceres puede presumir de cuidar sus monumentos. Siglos de respeto y décadas de esfuerzo rehabilitador han permitido mantener una de las ciudadelas de la Edad Media y del Renacimiento más completas del mundo, declarada Tercer Conjunto Monumental de Europa (1968) y Patrimonio de la Humanidad (1986). Sin embargo, en todas las historias hay ovejas negras, patitos feos y en este caso castillos, ermitas y otras edificaciones olvidadas. Se han convertido en los hermanos pobres del patrimonio cacereño.

Cierto es que en el caso de los edificios de arqueología industrial de la mina cacereña se han invertido cantidades millonarias en tres grandes instalaciones (Embarcadero, Garaje y Abundancia), pero el poblado sigue abandonado. Asimismo, la ermita del Santo Vito sigue víctima de una voluntad muchas veces reiterada y nunca materializada, mientras se derrumba literalmente. La Cárcel Vieja está presa en tierra de nadie, y las instalaciones del antiguo campo de aviación abortaron su plan de futuro cuando se dejaron a su suerte hace décadas.

Otras edificaciones históricas dependen de propietarios particulares, lo que complica su conservación. Pero también hay ejemplos para la esperanza, monumentos que un buen día encuentran una alternativa a su desaparición.

Fuente ELPERIODICOEXTREMADURA

Por Sevilla entran del orden de 90.000 africanos esclavos. Un 10% embarca para América. Pero, ¿y los 80.000 restantes?». Esta pregunta lanzada por el catedrático de historia José Antonio Piqueras abre en canal uno de los grandes silencios sobre los que se sustenta la historia de España: su pasado esclavista. Porque nuestro país no solo comerció con esclavos sino que también retuvo en la península a decenas de miles de ellos, como prueban incontables documentos de compra-venta consultados por la catedrática de antropología Aurelia Martín Casares para elaborar su estudio La esclavitud en la Granada del siglo XVI.

Piqueras y Martín Casares son dos voces protagonistas de Gurumbé. Canciones de tu memoria negra, documental del antropólogo y cineasta Miguel Ángel Rosales nacido para revolver nuestra conciencia. Y es que esas escenas de película con barcos que atracaban en el puerto con esclavos para subastar no solo ocurrieron en América, sino también en Sevilla y Cádiz. «Igual que hoy la gente va al centro comercial cuando sale un nuevo libro, también entonces la gente iba al puerto a ver a los esclavos nuevos», explica el antropólogo social Alberto del Campo en Gurumbé. Y solo en Sevilla vivieron 95.000 esclavos.

«La historia, sobre todo la de España, está construida sobre capas de silencio», lamenta Rosales. Y advierte de que Gurumbé busca «deshacer» esos silencios. El poder no solo impone su fuerza, sino que también impone el relato histórico que se asentará como única verdad muchos siglos después. Por eso, y como denuncia en la cinta el periodista Abuy Nfubea, «Guinea Ecuatorial, que fue provincia española, no aparece en ningún libro de texto». También por eso, «en Sevilla apenas existe memoria de la presencia negra», lamenta Christiane Stallaert, del Centro de Estudios Interculturales de la Universidad de Lovaina.

Un 15% de negros

Según Stallaert, la Inquisición española aspiraba a construir «una comunidad biológicamente homogénea» y para ello había que exterminar la idea de que en Andalucía hubo negros. Sin embargo, demasiados datos rebaten ese ideal de una España 100% blanca. El catedrático de antropología social Isidoro Moreno afirma que Sevilla llegó a tener un 15% de población negra o mulata y que hacia 1700, cuando Cádiz tenía 40.000 habitantes, 4.000 eran esclavos. Si se le suman los ya libres, la población negra también sería del 15%.

Cádiz y Sevilla, como Lisboa, fueron puertas de entrada de esos barcos de Guinea, Angola y Senegal cargados de esclavos que nunca irían a América, sino que se venderían por Andalucía y Extremadura. Explica Martín Casares en Gurumbé que sus propietarios procedían de todos los estratos sociales: «El pueblo también tenía esclavos. Los tenían los mercaderes, los sacerdotes...».

En esa época, teoriza Rosales, empieza a forjarse la idea del negro como el otro y «comienza un proceso de deshumanización que pretende justificar la explotación de estas personas. La maquinaria se pone en marcha sostenida en un gran complejo ideológico que evoluciona desde las primeras descripciones de los viajeros portugueses y españoles sobre África hasta el racismo biológico y social que se desarrolla en el siglo XIX. Las figuras que han atravesado este relato siempre son las mismas: el salvaje, el ser infantilizado, el salvajismo sexual, el inadaptado». Esa imagen del negro como ser inferior ha llegado hasta hoy, profundamente arraigada, y constituye lo que Piqueras denomina «racismo milenario». Un racismo que perseguirá al negro incluso cuando ya sea libre.

La presencia africana en Andalucía no se reduce únicamente a los esclavos. Muchos obtuvieron la libertad y se afincaron en Sevilla y Cádiz. A ellos rinde homenaje el músico y también antropólogo Raúl Rodríguez en su canción El curro negro, del disco Razón de son. Como Rosales, Rodríguez también siente que el silencio sobre la presencia africana en España nos está robando parte de nuestra identidad cultural; muy particularmente, sobre la construcción del flamenco. Rodríguez apunta que el baile flamenco, golpeando el cuerpo con las manos, ha de tener una raíz africana. Incluso remarca que la palabra que da nombre al palo flamenco del fandango viene del bantú; fanda significa fiesta.

Gurumbé también visibiliza a las mujeres, más numerosas y caras que los hombres, pues se usaban como esclavas sexuales. Esa población blanca, negra, mulata y gitana es la que compondrá Andalucía a partir del XVIII. Sin embargo, apunta Del Campo, el romanticismo inglés y francés fascinado por el pueblo gitano, influirá en la creación de una identidad andaluza donde lo gitano se asume como propio y lo negro es visto como foráneo. Como añade Rosales, «lo negro desaparece como parte de la cultura andaluza y española» y nace «un nuevo relato donde lo gitano tiene el papel protagonista. Pero este proceso no tiene nada que ver con la verdadera aportación de los gitanos a la historia de esta tierra, una historia importantísima que está aún por escribir».

De aquellos barros

Gurumbé, proyectada en festivales de Nueva York y Londres y premiada en Sao Paulo y en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, ha iniciado esta semana su carrera a los Goya, optando a siete candidaturas. La noticia llega en plena gira estadounidense, donde la cinta se está presentando en festivales de cine latino y seminarios universitarios sobre la diáspora africana. Y es que el documental también busca cuestionar nuestro presente.

«La mayor parte de Europa se ha construido sobre los beneficios que generó el sistema esclavista», expone Rosales. «La política de fronteras de la Unión Europea, donde España tiene un papel fundamental como puerta sur, son el nuevo capítulo de un proceso que comienza con la esclavitud Atlántica, sigue con la colonización y el reparto de los territorios africanos y continua hoy con las relaciones desiguales de poder político y económico que China, Rusia, Estados Unidos o la Unión Europea imponen a los países africanos», añade.

En aquella cultura colonial y esclavista, silenciada por el poder como ha silenciado tantas otras barbaries, está la raíz de nuestro racismo. «Los silencios y la indiferencia que nos provoca que en las costas andaluzas estén muriendo cientos de personas están directamente relacionados con nuestra mentalidad colonial. Esas personas siguen siendo ese otro extraño al que negamos la humanidad. Nos han enseñado a ello», lamenta Rosales. «Ese deseo de dominar y explotar al otro sigue ahí, en el siglo XXI», añade Martín Casares.

Esta última reflexión de Rosales, radiografiando un 2017 en el que cada día cenamos con noticias sobre tráfico de personas, deportaciones en caliente y CIEs, insiste en la urgencia de revisar nuestro pasado, por indigno que sea. «La esclavitud aún existe en los mercados de personas en Libia y podríamos extender los métodos esclavistas a los talleres textiles, a la minería o a la explotación sexual de mujeres. Seguimos consumiendo productos hechos con mano de obra esclava y nuestro silencio sigue siendo igual de cómplice».

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Descendientes de Elvira, la hermana de Miguel Hernández, han hecho público un poema inédito del poeta, una elegía escrita a la muerte de su amigo Manolo, un aguador de Orihuela.

'A mi amigo Manolo, aguador ahogado' es el título de esta obra que hoy publica en su suplemento de Cultura del diario 'La Vanguardia', coincidiendo con la celebración este año del 75 aniversario de la muerte del poeta, el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante.

Miguel Hernández regaló su hermana Elvira este poema inédito que ahora Mar Campelo Moreno, nieta de ésta y profesora de español en la Boston University en Madrid, ha decidido sacar a la luz.

La sobrina-nieta del poeta recuerda que Miguel Hernández escribió esta elegía al morir ahogado su amigo Manolo y que, al igual que en otros casos, dejó leer en primer lugar a su hermana, pero ella le aconsejó no publicarlo porque "al atribuir la responsabilidad última de la muerte a la 'mezquindad' de su madre, acrecentaría el ya insoportable dolor causado por la muerte de un hijo".

Elvira conservó el poema, así como otros escritos del poeta, con el deseó de que su nieta se hiciera cargo de su publicación cuando ella hubiera muerto, en 1996, cuando pasaron a manos de su hija mayor, Elvira Moreno Hernández.

Finalmente, en 2016, el archivo pasó a manos de Mar Campelo con el encargo de hacer público el poema cuando lo considerara oportuno, unas transmisiones, según señala la heredera, realizadas "con el acuerdo tanto de las otras hijas vivas de Elvira Hernández, Rosa y Concha, como del resto de sus nietas y nietos".

Aunque el poema no está fechado, la sobrina-nieta de Miguel Hernández lo sitúa a principios de agosto de 1935, cuando la prensa de la época recoge la muerte del aguador Manuel García Ortuño, 'Solajes', natural de Orihuela, y, aunque no se sabe con exactitud si trataba de la misma persona, todo apunta a que se trata del amigo del poeta.

En el poema, Hernández expresa el dolor por la pérdida de su amigo y la rabia por la injusticia de su desaparición en un texto que, según Mar Campelo, tiene similitudes con la elegía dedicada a Ramón Sijé.

Fuente HOY

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