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El galardón le ha sido entregado como reconocimiento a su "extraordinaria aportación al panorama de la música, la literatura, la cultura y la libertad de este país"
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero ha recibido la Encina de Plata, símbolo de Cantautaria, en el encuentro de Cantautores que, por segunda vez se ha celebrado en Cáceres este domingo, como reconocimiento a su "extraordinaria aportación al panorama de la música, la literatura, la cultura y la libertad de este país". Así lo ha destacado Paco de Borja Gutiérrez, creador y máximo responsable de la organización de Cantautaria, un evento en el que los cantautores han rendido un sentido y emocionado homenaje a la figura del extremeño Pablo Guerrero en el transcurso de uno de los dos conciertos que Cantautaria ha programado en su segunda edición, en el Gran Teatro de Cáceres. El galardón consiste en una encina de plata sobre una peana de alcornoque "símbolo de la reicedumbre, del trabajo, de la constancia, de la libertad que representan a todos los seres humanos", según informa la organización. El cantautor y poeta Pablo Guerrero se ha sentido muy emocionado al recibir un galardón que, ha dicho, le entregan sus "amigos los cantautores", a la vez que asume la filosofía de Cantautaria, como el lugar de encuentro de la canción de autor y sus creadores, como evidente símbolo de reivindicación constante y compromiso permanente con el activismo social y la solidaridad. "Este premio estará en un lugar preferente en mi estudio para contemplarlo todos los días", ha indicado Guerrero, abrazado por los cantautores presentes en el concierto solidario que Cantautaria ha organizado este fin de semana en Cáceres a favor del Banco de Alimentos. El primer día, viernes 13 de enero, se celebró la Cantautaria extremeña, con la participación sobre el escenario de Miriam Saéz, Epy Figueroa, Niño ïndigo, Tachï y Seijo, Jesús San Pedro y Miguel Angel Gómez Naharro. Este sábado han sido Manuel Cobos, Manuel Cuesta, Carlos de Abuin, Pablo Guerrero, Cristina Narea y Joaquín Lera. Doce cantautores que han llenado de palabra y de música el ambiente del Gran Teatro. Han colaborado con Cantautaria en su organización la bloguera e 'influencer' Nuria Ruiz, la escritora Rosa Perona, la cantautora de coplas Estela de María, que presentó los conciertos junto a Paco de Borja, la diseñadora Andrea Wizner, el analista de redes Alfonso González y el fotógrafo José Sánchez. Asimismo, han participado Digital Alas Comunicaciones, Sentir Cáceres Televisión, Digital Extremadura y los Buitres Leonaos junto al Banco de Alimentos, con su máximo responsable, Juan Carlos Fernández Rincón y el Gran Teatro, dependiente de la Junta de Extremadura, bajo la dirección de Silvia González y su equipo. Los organizadores ya han iniciado los preparativos de la tercera edición de Cantautaria.

Fuente: HOY

Si tuviéramos que otorgar un galardón a la institución que más ha remado en la sociedad extremeña en favor de la cultura, sería sin duda el periódico HOY el beneficiario. Tal vez algún licenciado en periodismo acometa un día una tesis doctoral para medir la enjundia que ha supuesto desde el año 1933 la diaria tarea de ilustrar a unos habitantes que al nacer el rotativo eran en gran parte analfabetos. HOY no solo ha ido suministrando información, nuevas ideas o noticias poco conocidas sobre Extremadura, sino que, en solitario o con diversos patrocinios, ha puesto a disposición de los lectores magníficos trabajos como coleccionables. No puedo dejar de referirme a su colaboración para distribuir “Alminar”, ni olvido ediciones como “Espacios naturales protegidos de Extremadura”, “Extremadura un sueño (Guía de alojamientos rurales y balnearios); “Extremadura en todos los sentidos para recorrer…, descubrir y  sorprenderse”; “Extremadura Patrimonio de la Humanidad”, “Extremadura. Todo un descubrimiento. Monumentos”; ”La botica de la abuela. Los mejores remedios y recetas”; “Itinerarios y encrucijadas. Calles del viejo Badajoz”; “Cáceres. Guía para la visita a la Ciudad Antigua”… Y no son de menor interés los “Extras de Pueblos”, donde eruditos locales insertan trabajos inéditos sobre valores humanos, históricos o costumbristas.
Es imposible hacer aquí el barrido que sería propio de ese gran intento investigador que queda pendiente. Pero esta tierra ha de agradecer a los distintos grupos empresariales que han sostenido el diario, y a la voluntad por la cultura de sus directores, desde el primero, Santiago Lozano García, hasta el actual Ángel Ortiz; pues todos han apoyado una labor sin tacañería en favor de la difusión cultural. Buena muestra de esa inquietud por el déficit cultural de la región es la Carta del Director firmada por Ortiz y aparecida el pasado día 15 de enero de 2017. “El secreto del Agua”
Y en una apuesta más por el fomento cultural, ha utilizado, por primera vez, un sello o logo: “Selectos de HOY” para referirse a una obra que ha creído oportuno dar a conocer. Y creo que se ha hecho bien lo hecho, porque es justo dar respaldo a la calidad creativa y también a quienes han servido con larga lealtad y probada constancia en las páginas de opinión. En la historia del diario Tomás Martín Tamayo es la persona que más columnas ha escrito, y eso debe tenerse en cuenta.
La flamante ganadora del Premio Nadal, Care Santos, dice en una entrevista reciente que “escribir novelas es un trabajo de picapedrero”. Antes, Antonio Gala, había dejado dicho que “escribir es un oficio modesto y molesto”. Y yo digo que escribir es como tener en las manos un arado romano. Siempre hay que empujar y solo algunas veces, pocas, se hallan senderos de tierra magra y logras que ese arado que escribe se deslice con especial complacencia y facilidad. Francisco Umbral señalaba que el escritor es “una bestia de carga de la literatura”. Todos coinciden por tanto en que esta tarea es ardua, pero si además uno es bestia provinciana, todavía es más duro el quehacer. Vemos a mediocres autores que son mimados por compañeros de oficio en los platós de tv y en las mesas de redacción de las emisoras. Valgan mucho o poco; “algo hay que hacer por los nuestros” decía con todo descaro un periodista refiriéndose al último título de un amigo. En las provincias es difícil que alguien encargue una obra y menos se puede contar con el respaldo de editoriales punteras, de tal modo que a igual calidad el de provincias pierde. Añadamos a ello que en estas sociedades donde tanto nos conocemos, quedan apelmazadas como rastros de un viejo maleficio esas granzas de envidia removidas por los comentarios de algunos próximos. Por ello hay que valorar más el esfuerzo de una novela como la que hoy me ocupa. Ahí no solo ha de apreciarse la dura brega que ha supuesto escribirla, sino la puntería de la palabra en ella. Acertar con la palabra es algo prodigioso, ya lo avisó con singular ingenio Gómez de la Serna cuando nos dejó escrito que “la palabra no es una etimología sino un puro milagro”.
El cine y la televisión están disuadiendo la sana costumbre de leer. Las últimas estadísticas son una palpable paradoja pues en España cada vez se publica más y cada vez se lee menos. Yo aquí quiero subrayar el gozo inigualable de leer. TMT ha podido escribir una novela importante, y eso no se improvisa jamás. Él es el último columnista en HOY de una época donde otros también militamos, es “el último mohicano de  esa tribu”. Y hemos de saber para comprender al autor que el que escribe arrastra en sus nuevas líneas la experiencia y el discurrir mental de lo ya escrito, de tal manera que sin caer en el precipicio atroz del autoplagio, las nuevas letras son acumulativas porque llevan en su genética creadora el kilometraje de todo lo recorrido. Como autor tiene en su biografía una larga caminata, de tal modo que sin ese poso de pretéritas novelas, cuentos y artículos, esta obra no habría sido posible. Necesitaría yo un espacio mayor, que el que aquí generosamente se me concede, para abrir en canal “El secreto del agua”, un texto con mensaje anclado en esta tierra de fronteras, guerras, aventuras increíbles y a un tiempo sendero de caciques y desgracias. En la trastienda de lo que uno lee en el texto de Martín Tamayo, parecen degustarse estampas del disfrute sensual de Reyes Huerta, pero sin caer en el bucólico caldo dulzón cargado de sensualidad del de Campanario. Por otro lado, aunque en un segundo plano, he presentido barruntos de Felipe Trigo y su Jarrapellejos, autor muy bien conocido por TMT del que custodia todos sus libros. Lo cierto es que en esta historia cercana que se nos cuenta, vemos todavía rebufos de aquella sociedad estamental pegada como una lapa al latifundio de la España meridional.
Todo lo que aquí TMT ha escrito tiene la garantía de las vivencias del autor; como profesor, como político vinculado al regionalismo y donde ha censurado el aprovechamiento y la comodidad de algunos militantes que siempre, siempre, tuvieron como lema de sus acciones el pro domo sua. De todo ello nos ha dado muestra en sus columnas retratando frecuentemente a la realidad sociopolítica con sutil  ironía. Podrá hallar el lector secuencias del viejo abrazo entre el trono/poder y el altar, o descripciones imaginativas que sorprenden por la agudeza con que enseña con letras la pulcra fotografía: “En uno de sus arrebatos había arañado la pared hasta desprenderse las uñas, que permanecían agarradas por su base como el capó levantado de un coche”. Como esta lograda imagen, muchas otras se ofrecen, apreciándose la profundidad narrativa para descubrir una trama que nos hace participar en el escenario argumental. Tal es así que acabaremos poniendo cara a los protagonistas, olor a la miseria opaca de unos y a la desfachatez con brillantina de otros. Hallaremos tipos de esa postguerra larga, tan nuestra, cuya resaca ha vivido este país como si 1936 fuera un signo de penitencia que ha condicionado más de lo que parece a los hombres y mujeres de las décadas posteriores. El suspense que encierra la novela es traído sin estridencias ni forcejeos, de tal modo que vamos deslizándonos por los párrafos como por una rampa que nos muestra un paisaje físico y humano que va cambiando con impecable naturalidad. Los conocidos protagonistas enlazan con los que van apareciendo en una conciliación argumental llena de naturalidad y sin postizos ni rellenos.
La novela ayudará a las generaciones de jóvenes a completar el esqueleto de hechos históricos con el músculo y nervio de una época que les es ajena. Para los que somos hijos de la postguerra, la obra es, en cierta medida, retazos de un ayer que, a pesar de las adversidades y carencias,  no nos dejó huellas graves, ni frustraciones; nos eran desconocidas las depresiones y tampoco había servicios de psicólogos para ayudarnos a achicar los duelos. Al contrario, sobrevivimos a todo y salimos duros y capaces  e hicimos del esfuerzo y el afán de superación un lema.
La sorna, la retranca, el humor, el dibujo verosímil de un arco diabólico va en la novela y de hacen bien visibles desde escenas con el olor a hollín de una atmósfera sin ventilación al poder económico perfumado de la  beautiful people. En ese recorrido, tanto en lo costumbrista como en el de la ingeniería financiera, el autor se ha documentado y ha unido a su información de primera mano cual conocedor de lo popular, su sagacidad para atrapar modelos de vida privilegiados, expuestos aquí con innegable maestría.
Lamentaría mucho que esta novela no sea valorada debidamente entre los extremeños. Si eso ocurriera se haría otra vez verdad el llamado “Maleficio de Miravete”, donde con mucha frecuencia parece mejor lo de fuera.
Pasen y lean. Los autores podrán resultarnos más o menos simpáticos como personas, pero importa el escritor. Hemos de valorar la obra que es lo que quedará. Yo he disfrutado, me he hecho parte de los personajes, andaba entre ellos, y he dejado el libro inundado de anotaciones y subrayados. A TMT jamás lo vomitará Dios por tibio, como señala el Apocalipsis, por eso su chispa ayuda a aliñar las letras.
En algunas ocasiones las novelas sirven para despertar nuestras propias memorias que yacen dormidas o aletargadas. Con la lectura revivimos el ayer porque volvemos a dejarnos seducir por lo olvidado. Este es el caso.

Feliciano Correa

"Estimados amigos de la Asociación de Escritores de Extremadura:

En el IES Norba Caesarina (Cáceres), centro en el que trabajo, queremos poner en marcha un proyecto escolar con los alumnos de la Sección Bilingüe. Se trata de crear un Atlas Literario de Extremadura con textos líricos y narrativos que versen sobre lugares de la geografía de Extremadura. Desde la Sección Bilingüe del IES Norba Caesarina invitamos a todos los autores que quieran colaborar a que nos envíen sus textos, ya publicados o inéditos. Las colaboraciones aparecerán en un blog en español y en inglés. Las traducciones se realizarán por los alumnos del último año de la Sección Bilingüe bajo la surpervisión de profesores de inglés y ayudantes nativos.

Quienes deseen colaborar deberán enviar lo siguiente:

1. Breve biografía

2. Foto del autor/a

3. Texto literario sobre un lugar de la geografía extremeña. Es preferible enviar colaboraciones breves que, en todo caso, no excedan las 300 palabras. Si el texto está publicado, se debe reseñar el título de la obra, la editorial, la ciudad de edición, el año y la/s página/s.

4. Párrafo explicativo muy breve acerca del lugar y de las razones que motivaron la escritura del texto literario

5. Foto del lugar (si se dispone de ella)

El plazo para la recepción de las colaboraciones finaliza el 15 de febrero. Deben enviarse a esta dirección: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.".

Empezar y terminar una carrera es un proceso que pierde adeptos en la región. La crisis y la dura situación del mercado de trabajo han provocado un cambio de perspectiva en cuanto a los beneficios reales que supone estudiar en la Universidad. La circunstancia es similar en otras comunidades autónomas, pero desde aquí se aportan los datos más bajos. Extremadura es la que registra el menor número de jóvenes licenciados: el nivel es del 26,5%, lo que supone estar casi ocho puntos por debajo de la media nacional. Son cifras de 2015 extraídas de la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) y recogidas por el portal Statista. En las mismas también se refleja que País Vasco (47,8%), Madrid (46,9%) y Navarra (42,3%) son las que mejores resultados presentan, mientras que justo por encima de nuestra región están Canarias (26,6%) y las Islas Baleares (27,2%).

Desde la Universidad de Extremadura, Agustín Vivas, director de la Oficina de Información y Comunicación, reivindica que estos datos no son un reflejo real de la UEx: «Nosotros estamos en niveles similares de calidad y éxito que otras universidades de España. Además, la mayoría de nuestros alumnos termina la carrera en los años que les corresponde, aunque sí hay muchos que se marchan a estudiar a otras comunidades, de manera que ya no quedan registrados como licenciados de aquí», defiende Vivas.

Lo cierto es que el 40% de los nuevos universitarios extremeños ha salido este año de la región. Del total de 5.100 aprobados en la prueba de Selectividad el curso pasado, 2.000 optaron por campus externos. Madrid, Salamanca y Sevilla son los destinos más solicitados, las cuales ofrecen más variedad o, en ocasiones, mayor prestigio.

«No obstante -continua Vivas- siempre es bueno practicar la autocrítica y ver en qué se puede mejorar».

Falta de becas / Esa crítica la lanza la alumna de Biología Mercedes Borrasca, miembro del Consejo de Gobierno de la UEx y de la Asamblea Universitaria Badajoz: «Creo que el principal problema es que se ha reducido mucho el número de becas, que además siempre llegan tarde. El pasado curso hubo un problema y las recibimos el 2 de agosto, de manera que los alumnos tuvimos que adelantar el dinero. No todas las familias pueden hacerlo, y eso provoca que haya muchos que tengan que abandonar».

De hecho, según los datos que maneja el propio campus extremeño, uno de cada cinco estudiantes deja la carrera durante el primer curso. Además, cada año desisten en la UEx unos mil alumnos. Y uno de los motivos es el económico: «La llegada del Plan Bolonia ha supuesto reducir el número de años pero no el contenido, de manera que tenemos que estudiar lo mismo en menos tiempo. Eso provoca que los requisitos para conservar la beca sean más estrictos. En el primer curso hay que aprobar el 50%, después depende cada carrera», añade Mercedes Borrasca.

Otro de los puntos que destaca esta alumna es que el problema viene de Bachillerato, a donde cada vez llegan menos alumnos desde la ESO.

Pero sobre todo pone el foco en que en Extremadura hay un 42% de paro juvenil y una oferta laboral que no cuadra con el aprendizaje universitario, el cual, en ocasiones, se convierte incluso en un ‘obstáculo’ para acceder a un puesto, lo que motiva que los jóvenes opten cada vez menos por querer ser licenciados y se decanten por otras alternativas.

La formación profesional / En este sentido cobran gran relevancia los ciclos de Formación Profesional (FP), los cuales van ganado terreno desde hace una década en la comunidad. De hecho, a lo largo del periodo citado, el número de alumnos que acude a este sistema educativo (que cuenta con FP Básica, Grado Medio y Superior) se ha incrementado en más de un 50%, lo que implica haber superado este curso los 18.000 alumnos.

Este año académico se han estrenado 14 nuevos títulos. Los más demandados son los de ‘Automatización y robótica industrial’ y ‘Farmacia y parafarmacia’. La intención es adaptar los contenidos y la formación a la demanda laboral, con el objetivo de, en la medida de lo posible, ser una salida real al mercado de trabajo que sobrevive en Extremadura.

Fuente: El Periódico Extremadura

La exposición temporal ‘Wolf Vostell más allá de la catástrofe’ puede visitarse en el Museo Vostell Malpartida hasta el próximo martes, 17 de enero. Se trata de una muestra comisariada por Javier Cano y Nuria Franco expuesta desde el pasado mes de octubre que analiza la voluntad de Vostell de aliviar con su arte «esa enorme angustia y ese espanto que existe en nuestra sociedad».

Lo hace a través de un enfoque atípico que permite al visitante desplazarse por diversas estancias del museo, incluyendo también las salas destinadas a sus colecciones permanentes.

Cuenta con 26 obras, la mayoría procedentes de colecciones privadas y algunas de las cuales se podrán contemplar por primera vez en Extremadura, como es el caso de ‘Shoah 1492-1945’. La colección ha estado expuesta desde el pasado viernes, día 14, fecha en la que el autor cumpliría 84 años, hasta el 14 de enero de 2017. Esta muestra se enmarca dentro de las Jornadas Europeas de Patrimonio 2016. E. P.

Fuente: ABC

En una de las salas del antiguo convento franciscano, convertido hace veinte años en el Centro Cultural San Antonio, reposa una serie de piezas arqueológicas que abarcan una buen parte de la prehistoria. Se trata de la colección Monsalud de arqueología.

El nombre se debe a que fue el V Marqués de Monsalud, Mariano Carlos Solano, el que las recopiló a finales del siglo XVIII. Esas y muchísimas más, que lamentablemente fueron a parar a Cataluña, a manos privadas, cuando sus herederos las vendieron.

Son 96 piezas pétreas, la mayoría de ellas de mármol

El V Marqués de Monsalud llegó a agrupar «una de las colecciones arqueológicas más importantes del país», según el arqueólogo de Almendralejo Paco Blasco.

El V Marqués de Monsalud recopiló las piezas pero, tras su muerte en 1910, los herederos las vendieron

«A lo largo de su vida había ido recopilando gran cantidad de objetos arqueológicos de diferentes épocas y naturaleza, la mayor parte de las piezas provenían de Mérida pero también de otras partes de la provincia, incluso algunas de Itálica».

El marqués tenía intenciones de formar un museo arqueológico en el Palacio de Monsalud, hoy sede del Ayuntamiento, donde vivía. Y es que su colección abarcaba desde la Prehistoria hasta la época medieval.

 

Venta de piezas

Sin embargo, su temprana muerte en 1910 truncó sus aspiraciones. Sus herederos vendieron el Palacio de Monsalud en 1929 a un particular, que quiso deshacerse de las piezas arqueológicas. El nuevo inquilino puso la colección en manos de un anticuario catalán, que fue el artífice de la venta de muebles, cuadros, porcelanas, libros y parte de la colección arqueológica.

Así pues, muchas piezas fueron vendidas a coleccionistas particulares en Cataluña y la mayor parte de los archivos fueron a parar al monasterio de Monserrat, según apuntó Blasco a HOY.

Sin embargo, el grupo de piezas más importante lo vendió el citado anticuario al Museo Arqueológico Nacional en 1930. En ese lote se incluía un artesonado del palacio tallado en madera de roble y 143 piezas de diferentes épocas, de ellas 60 son inscripciones, algunas de gran calidad, como un togado de los talleres de Emérita Augusta o una estatua de Diana cazadora.

Blasco contó a HOY que en el edificio solo quedaron las piezas que estaban adheridas a las paredes, como azulejos y piezas de mármol de época romana y visigodas empotradas en la fachada del patio trasero del palacio que el V marqués construyó a finales del XIX en estilo neomudéjar.

Una década después de su venta a un particular, en 1938, en plena Guerra Civil, el Palacio de Monsalud pasó a ser propiedad de la Falange Española. No sería hasta casi el final de la dictadura, en 1971, cuando el palacio, hoy sede municipal, se inscribe a nombre del Movimiento Nacional.

Dos años más tarde el Ayuntamiento de Almendralejo se hace con el inmueble, permutándolo por una casa de su propiedad.

En los años 1982-83, ya en la democracia, el Palacio de Monsalud sufre lo que Blasco califica de «discutida» remodelación arquitectónica. Como consecuencia de ella, se derribó la fachada trasera del inmueble. Por ese motivo, la mayor parte de las piezas arqueológicas que aún estaban empotradas en su fachada se llevan a otro local municipal.

 

Taller de arqueología

En 1985 el propio Blasco puso en marcha un taller de arqueología de la Universidad Popular de Almendralejo, que permitió rescatar las piezas que se encontraban, dice, «en un estado lamentable, sucias y algunas entre escombros». Tras los trabajos de limpieza y documentación se acepta la propuesta de montar una exposición permanente de la colección en dos habitaciones del edificio del antiguo Ayuntamiento, que se inauguró en 1988.

Una vez en marcha el Centro Cultural San Antonio en el viejo convento del siglo XVII, ya rehabilitado, las piezas arqueológicas de la colección Monsalud son trasladadas allí en 1994, donde hoy siguen.

En el año 2007 se acondicionó una de las salas para exponer las piezas. Se construye entonces un expositor de madera en el que se pueden leer las explicaciones sobre el origen de las piezas en un espacio central de la sala.

La colección Monsalud pasa entonces a formar parte de la Red de Museos de Extremadura.

El equipo de gobierno ha anunciado su decisión de realizar un nuevo traslado de estas piezas a otra de las salas del Centro Cultural San Antonio, habilitando los soportales que hay en uno de los patios traseros.

 

Nuevo traslado

La intención del gobierno popular es la de ejecutar una obra para acondicionar esos soportales, ahora abiertos, para habilitar un zona museística, en la que se pueda visitar la colección Monsalud.

La intención es de la «mejorar su exposición, creando una panelería que ayude a explicar el contenido de una manera más pedagógica, intentando a la vez que resulte más atractiva para el visitante», asegura Blasco. Después, la sala actual de exposiciones se convertirá en zona de paso hacia la nueva sala y el ascensor del centro cultural, ubicado en el patio.

El proyecto técnico para la nueva sala ya está visado por las autoridades regionales de Patrimonio, al ser un edificio protegido. El coste de las obras asciende a unos 100.000 euros, según el presupuesto que dio a conocer el concejal de Obras, Juan Daniel Bravo. El siguiente paso será solicitar una subvención a la Junta de Extremadura, que podría llegar hasta el 40 por ciento del total.

Fuente: HOY

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