Nos despiertan cientos de estorninos que rodean el exterior del Parador de Oropesa. Un recorrido por la planta que era ocupada por las mujeres del marqués, conduce hasta El peinador de la duquesa». Es una de las habitaciones únicas de Paradores, comenta Daniel González, director del parador. Una imagen de madera, una pequeña capilla para la oración, un cuadro que representa a una «gobernanta». «Antiguamente, las mujeres de los directores ejercían de gobernantas en los paradores, permanecían sentadas en el pasillo vigilando las habitaciones que separaban los hombres de las mujeres», explica Daniel. Hoy solo quedan dos desempeñando esta labor.
De Oropesa a Lagartera
El Castillo de Oropesa ha sido testigo de guerras, intrigas y avatares. El Palacio fue declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1923 y Monumento Nacional en 1926. En 1930 fue integrado en la red de Paradores, siendo el primer parador levantado sobre un edificio histórico artístico.
Maria Josefa y su hija, lauranderas de Lagartera.
El trayecto de Oropesa a Lagartera son apenas dos kilómetros en bicicleta. María Josefa Ropero Amor y su hija, alrededor de una pequeña mesa, bordan manteles de lagartera. Son «lauranderas» o bordadoras, una ocupación tradicional «que no se paga con nada». «Después de mi hija, no habrá continuidad en la familia, ella ha tenido solo hijos varones», se lamenta Josefa. Un hombre del pueblo que se interesa por nuestras bicicletas BH eléctricas, se explaya hablando sobre el pueblo: «aquí nada es feo, el pueblo es muy pequeñito pero con mucha esencia».
Seguimos hasta El Puente del Arzobispo, bajo uno de los nueve ojos del puente sobre El Tajo, se encuentra el mayor anidamiento de España de golondrinas. En el siglo XIV era necesario cruzar el río para ir al santuario de la Virgen de Nuestra Señora de Guadalupe, para ello se utilizaban barcas que provocaban numerosos accidentes. Por ese motivo el arzobispo Pedro Tenorio ordenó construir el Puente.
En tierras cacereñas
Unas inesperadas ruinas romanas se levantan majestuosas ante las aguas del pantano de Valdecañas. En ellas se encuentra el «Templo de los Mármoles", construido en el siglo II d.C. Estos vestigios de Augustóbrigas sepultados bajo las aguas en la población de Talavera la Vieja, fueron rescatados piedra a piedra por sus habitantes y colocadas junto a la carretera.
El corcho que se utiliza para tapones de botellas.
De camino a Cabañas del Castillo, se encuentra uno de los mayores alcornocales de Europa, José Ángel de 27 años envuelve con una lona los 4.800 kilos de láminas de corcho que tiene en el camión. «Lo bonito es la saca del corcho». Lo llevan a Cordovilla de Lácara para hacer tapones de botellas de vino y whisky.
Nos adentramos en Finca la Sierra. Una pequeña ruta, denominada La Cabeza del Moro, descubre la variada flora y fauna de la zona; robles, alcornoques, castaños, madroños... No es difícil ver zorros, buitres, liebres, víboras
. En Berzocana, se puede degustar la comida tradicional reinventada por el chef del restaurante El Brezo Rojo como el Revuelto de morcilla con cebolla caramelizada y nueces.
Entre minas y antiguas vías de tren
Estructura minera y tren antiguo.
El Geoparque de Villuercas-Ibores-Jara se considera el mejor relieve «apalachense» de Europa y en esa característica se fijó la Unesco para su declaración como geoparque. Se trata de un lugar estratégico para ornitólogos de toda Europa en las épocas de mayor avistamiento de aves. Un atractivo más de la zona son las pinturas rupestres de la «Cueva Chiquita», cerca de las piscinas naturales de El Charco de la Nutria. A unos kilómetros, en Logrosán, un tren nos lleva por una pequeña galería. Se aprecia el filón mineralizado de fosforita utilizada durante años en la producción de fertilizantes. Fuera conservan en perfecto estado la estructura minera.
Nos espera un placentero recorrido por la Senda Verde, una ruta de 50 kilómetros a lo largo de una antigua vía del tren. Estaciones abandonadas repletas de grafitis, rebaños de ovejas y agricultores que recogen sus aperos surgen a lo largo del recorrido. El atardecer deja su mejor reflejo en las paredes del cementerio de Logrosán, Zorita está a un tiro de piedra en bicicleta eléctrica.
La recta final
En el último tramo de la ruta real, llegamos a un patio con arcos lleno de naranjos y limoneros en el Parador de Guadalupe, antiguo hospital de San Juan Bautista del siglo XV, sus excepcionales vistas al real Monasterio de Guadalupe nos transportan al reinado de Alfonso XI. Fueron los Reyes Católicos quienes popularizaron el Camino Real de Guadalupe con sus constantes viajes a éste Monasterio. Antonio Arévalo, prior, guardia y custodio de los frailes del Real Monasterio de Guadalupe, dirige, escribe y edita la revista Guadalupe.
Están al día con las redes sociales y las nuevas tecnologías. Conviven nueve franciscanos entre claustros estucados de estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico. «La vida aquí no es del todo fácil. Manuela recuerda el ruido metálico de los martillazos sobre el latón cuando paseaba por las calles de Guadalupe hace 50 años. Eran los caldereros, artesanos del cobre y latón. Los hermanos Javier Tena y Mari Luz regentan el único comercio de bronce y latón que queda en el pueblo.
Fuente: El Mundo